Lorenzo Amor Lorenzo Amor WEB opinion

Presidente – Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos, ATA

@lorenzoamor_ata

 

Sin duda, 2020 se va a cerrar como un auténtico “annus horribilis” para los 3,2 millones de autónomos españoles en general y para los 547.000 autónomos andaluces en particular. Un año donde el COVID ha sido el gran protagonista, entrometiéndose en todas las facetas de nuestra vida y convirtiéndose en el centro de todas nuestras miradas.

Han sido diez meses en los que hemos tenido que dar prioridad a nuestra salud y donde, en el peor de los casos, se han cerrado nuestros negocios o se ha parado en seco nuestra actividad. En el mejor de los casos, nuestros negocios con las puertas abiertas y limitaciones, se han mantenido al ralentí.

En el contexto de la primera ola COVID, ¿qué hemos hecho los autónomos? Desde el minuto uno de declaración del estado de alarma hemos solicitado la suspensión de la cuota de autónomos a la seguridad social como el mejor apoyo posible al sector: “A cero ingresos, cuota cero”. Simple lógica a aplicar en sentido común. Pero a veces parece más sencillo el complicarlo todo y en vez de adoptar las medidas necesarias en ese momento, se mantuvieron las trabas, obligando a los autónomos prácticamente cada 24 horas a leer y entender páginas y más páginas del BOE, a marearlos con letra pequeña, con demostraciones de ingresos, con cobros y devoluciones de cuotas, con solicitudes y reclamaciones… de ventanilla en ventanilla virtual y así, un sinfín de obstáculos y parches que han ayudado muy poco a nuestro ya de por sí difícil día a día.

A pesar de esto, los autónomos hemos sido respetuosos con las restricciones, una gran mayoría de nosotros hemos actuado como actividad esencial, hemos tirado de nuestros ahorros para poder mantener una actividad que apenas ha tenido ingresos, cuando se nos ha permitido hemos aplazado nuestros impuestos, nos hemos endeudado, hemos aguantado como se ha demonizado algunas de nuestras actividades como focos de contagios mientras veíamos incrédulos imágenes de servicios públicos abarrotados… y, por supuesto, hemos continuado pagando, mes a mes, asfixiados, pero cumpliendo nuestras obligaciones. Y la guinda del pastel de despropósitos nos ha llegado a la finalización del año: en plena segunda ola de la pandemia y con una caída del PIB del 12%, nos cobran de forma retroactiva los nueve meses de una subida de cuota pactada en 2018 en tiempos en que se preveía un crecimiento del PIB del 3%.

Ante este resumido listado de vivencias del año 2020 y las pocas perspectivas de mejora que tenemos para el año 2021, los autónomos nos preguntamos por qué a nuestros dirigentes les cuesta tanto ver que somos el corazón y los pulmones del tejido empresarial, nos empleamos y somos empleadores, ponemos al frente de nuestro negocio nuestro patrimonio, desarrollamos actividades esenciales, somos actores implicados en el desarrollo sostenible del medio rural, generamos el 20% del PIB, etc.

Todas y muchas más son las razones por las que se hace necesario que desde el Gobierno de España hasta el ayuntamiento del pueblo más pequeño dejen de mirar al infinito cuando se hable de autónomos y actúen en el 2021, sin excusas, sin trabas, sin utopías, para evitar la quiebra de más del 95% del tejido empresarial de nuestro país. Desde luego, este virus vino sin manual de instrucciones para nadie, pero estamos en un momento de aumento de contagios, a las puertas de lo que algunos pronostican ya la “tercera ola” de contagios y parece que no aprendemos de los meses anteriores y por eso, desgraciadamente, si no cambian las cosas, nos vemos otra vez así.