Desde los orígenes modernos de la Economía Social que data de las reglas de funcionamiento de la cooperativa de Rochdale de 1844, el concepto de Economía Social ha ido evolucionando, redefiniéndose los Principios Cooperativos del Siglo XXI en 1995 en el XXXI Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional de Manchester como: Adhesión voluntaria y abierta, gestión democrática por parte de los socios, autonomía e independencia, educación, formación e información, cooperación entre cooperativas y finalmente interés por la Comunidad.

Si nos detenemos en éstos principios veremos que los mismos van más allá de lo económico y que son valores humanos y reglas que deberían regir cualquier organización social. A partir de ésta declaración de intenciones yo definiría a la Economía Social como una respuesta colectiva ante necesidades comunes a través de la unión de individuos en una entidad democrática.  Por lo tanto, la economía social se basa en dos pilares fundamentales: la unión de personas para solucionar sus necesidades comunes y otra una actitud proactiva. Desde éste punto de vista, podemos afirmar que las empresas de Economía Social juegan un papel importante como contrapunto a los aspectos negativos de la economía de la globalización, del mercado, del beneficio económico y del interés personal en la que nos encontramos.

Pues aportan el carácter social y participativo, frente al interés en ocasiones puramente mercantilista de otras empresas. Ya que, este tipo de organizaciones empresariales fomentan la participación de los trabajadores y trabajadoras en la toma de decisiones en sus empresas en particular y en la sociedad en general.

Superando el concepto de Economía Social como empresas de una determinada forma jurídica cooperativas y sociedades laborales, y centrándonos en el aspecto de la unión de voluntades, podemos afirmar que ésta posee las siguientes ventajas:

1.         La unión y cooperación entre empresas posibilita competir en un mercado cada vez más competitivo, favoreciendo las economías de escala y así realizar inversiones que individualmente no se pueden conseguir, como también poder comercializar en otros mercados, realizar investigaciones y poder acceder a mayores fuentes de financiación.

2.         La unión entre emprendedores posibilita la creación de empresas de Economía Social y por lo tanto la creación de empleo sobre todo en actividades del sector servicios, donde más que inversiones en capital se hacen necesarias horas de trabajo.

3.         La unión de voluntades a través del tejido asociativo da soluciones a problemas que ni el mercado ni la administración soluciona. Es lo que se ha llegado a denominar el tercer sector.

4.         La concertación social, entendida como la unión para participar y decidir sobre el futuro, es otro de los instrumentos básicos que debe de tener toda Administración Pública que se preste si apuesta por la democracia y la participación.

En definitiva, si queremos hacer una sociedad más justa y solidaria y no esperar que otros lo hagan por nosotros, quizás sólo no podemos, pero sí a través del compromiso cooperativo de la Economía Social.