Una vez expuestos los motivos económicos y sociales que justifican la existencia de las ayudas europeas, así como los diferentes tipos de fondos europeos que institucionalizan a estas ayudas en los artículos anteriores, en el presente me gustaría realizar un recorrido histórico de cómo han ido evolucionando los mismos, centrándome especialmente en los Fondos Estructurales de vital importancia para el desarrollo de Andalucía, pues su historia nos ayudará a entender con más profundidad cómo ha ido evolucionando el concepto de solidaridad y cohesión en Europa. Teniendo en cuenta estos factores, señalar que hay un punto de inflexión en 1989, año en el que se produjo la principal reforma de los Fondos Estructurales que afectó a su dotación, funcionamiento y por último en periodicidad, estando asociada ésta, a los periodos presupuestarios europeos que se realizan por seis años. De esta manera yo dividiría la historia de los Fondos Europeos en cuatro periodos básicos:

1.Antes de 1988.

Ya en el Tratado fundacional de la Comunidad Europea se reconoció como uno de los pilares de la futura Europa el principio de la solidaridad, entendido este principalmente como contribución de los territorios más ricos al desarrollo de los más pobres, aunque sólo se recogió en el Preámbulo la necesidad de garantizar un desarrollo armonioso mediante la reducción de las diferencias entre las diferentes regiones y el retraso de las menos desfavorecidas. Dicho Tratado ya preveía la creación del FSE, destinado a promover el empleo y a favorecer la movilidad de los trabajadores en el territorio comunitario y del Banco Europeo de Inversiones (BEI).

En 1962, con ocasión del acuerdo sobre la política agrícola común, la Comunidad creó el FEOGA que continúa promoviendo y fomentando la producción agrícola en la Comunidad. En 1964 el FEOGA se dividió en una Sección de Garantía y en una Sección de Orientación. La Sección de Orientación contribuye a financiar los gastos de la reforma estructural de la agricultura y para la fundamentación de otro modo de desarrollo rural.

Posteriormente en 1975 con el Reglamento 724/75 la Comisión Europea crea el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), con el fin de contribuir a la corrección de los principales desequilibrios territoriales en la Comunidad, al desarrollo y al ajuste estructural de las regiones menos desarrolladas y la reconversión de las regiones industriales y en declive.

Pero hasta la reforma de los Fondos en 1989 todos éstos no tenían una importancia presupuestaria, así como un carácter global, se repartían por medio de un Sistema de Horquillas entre los distintos Estados Miembros y las iniciativas de desarrollo se gestionaban a través de proyectos individuales que se presentaban aisladamente por parte de los Estados miembros a través del sistema de la ventanilla.

2.1988-1993.

En 1986, tras la incorporación de la Península Ibérica, en el Acta Única Europea (AUE) se adoptó un Título específico que recogiera el objetivo de cohesión económica y social. Es decir, la voluntad de reducir las diferencias entre los Territorios de la Unión, para evitar que el Mercado Único beneficiase a los territorios más preparados. Como resultado de ello, se procedió a la reforma de los Fondos Estructurales en 1989, duplicando los gastos estructurales para el periodo 1988-1993 hasta llegar a representar el 31% de los gastos comunitarios. También se modifico la organización de las Políticas de Desarrollo de forma que se pudiera aprovechar las sinergias de las mismas por medio de un nuevo procedimiento coherente, donde participarán los distintos organismos territoriales del espacio europeo.

3.1994-1999.

Por fin en el trato de Maastrich de 1992 se adoptó con la categoría de prioritario el objetivo de la cohesión económica y social, al mismo nivel que la Unión Económica y Monetaria, poniéndose las bases de una verdadera política regional solidaria. Además, con el fin de que los países menos desarrollados pudieran cumplir el Plan de Convergencia Nominal, sobre todo en lo referente a déficit público, se creó el Fondo de Cohesión para la realización de inversiones públicas en infraestructuras de medioambiente y comunicaciones y así corregir las deficiencias de los cuatro países receptores: España, Portugal, Grecia e Irlanda. Posteriormente, en 1993, también se decidió crear para el periodo el Instrumento Financiero de Orientación para la Pesquera (IFOP), a raíz de la crisis pesquera de principios de los noventa. Esto provocó que se realizara un verdadero esfuerzo en las acciones estructurales, llegando las mismas a representar el 40% del Presupuesto Comunitario para el periodo 1994-1999, solo por detrás de los esfuerzos dedicados a la PAC.

4.2000-2006.

Otro punto de inflexión en la política social y de solidaridad europea fue la cumbre de Luxemburgo en 1997, donde se trazó la Estrategia Europea para el Empleo, introduciéndose un Título específico en el Tratado de Ámsterdam de ese mismo año sobre el empleo con el fin de destacar la necesidad de actuar a escala europea frente a las altas tasas de desempleo que esos momentos estrangulaban a los Estados Miembros y luchar contra la discriminación y la exclusión social. Este hecho, junto con las perspectivas de ampliación europea condicionó el escenario presupuestario para el periodo 2000-2006, decidido en el Consejo Europeo de Berlín, mediante el acuerdo político de la Agenda 2000. En el mismo, con respecto a las acciones estructurales se decidió modificar el marco jurídico de los Fondos Estructurales y de Cohesión, manteniendo el esfuerzo presupuestario del periodo anterior y centrándose en la concentración y eficacia de las intervenciones, incidiendo en la coordinación entres las instituciones y agentes implicados. También con el fin de preparar la adhesión de los PECOS se crearon los instrumentos financieros ISPA y SAPARD y posteriormente en noviembre de 2002 el Fondo de Solidaridad de la Unión Europea (FSUE) con el fin de ayudar en caso de catástrofes como las inundaciones de Europa del Este del verano de 2002 o la catástrofe del Prestige.

En definitiva, si analizamos la evolución de los Fondos Europeos, podemos sacar dos conclusiones:

a)Una paulatina asimilación de los principios de solidaridad y cohesión social, al mismo nivel con otros objetivos económicos y monetarios que se han ido reconociendo con mayor fuerza jurídica y política a lo largo de los sucesivos Tratados y Consejos Europeos.

b)Un intento de mejora en la gestión y coordinación de las intervenciones a lo largo del tiempo que no ha impedido la proliferación de Fondos, Programas y burocracia que en ocasiones ha ido en contradicción con la eficacia.

mariofuentesr@wanadoo.es