Durante los días 11 al 16 de septiembre se ha celebrado en la Habana (Cuba) la XIV Cumbre del Movimiento de Países no Alineado (MNOAL). La reunión ha pasado desapercibida en los medios de comunicación internacionales y nacionales. El desconocimiento es mayor aún en la ciudadanía de los países desarrollados. Tan sólo se escucha hablar de estos países (116) y sus problemas cuando se reúnen sus líderes.

Recientemente el movimiento fundado por respetables líderes de otra época como Nehru, Tito y Nacer en 1961 parece haber adquirido nueva relevancia. El origen del MNOAL tiene lugar en la Conferencia Afroafricana de Bandung (Indonesia) que se celebró en 1955 con el objetivo primordial de avanzar hacia la descolonización, que en aquel entonces ya se encontraba en marcha en el Tercer Mundo. La Conferencia de Bandung lanzó una condena unánime al colonialismo y al racismo impuesto por el apartheid en Sudáfrica.

Seis años después se funda el Movimiento de Países no Alineados en la Cumbre de Belgrado, celebrada los días 1 al 6 de septiembre de 1961. Éstos intentaban formar un bloque de países equidistantes entre la URSS y EE.UU. y superar las tensiones ideológicas y económicas (Guerra Fría) que se dieron en los años 50 y 60 del siglo pasado.

Aunque hayan cambiado las circunstancias internacionales: desaparición del colonialismo, caída del Muro de Berlín (1989) y desaparición de la URSS (1991); la organización continúa vigente y ha dado paso a una realidad mucho más compleja e impredecible. De los propósitos originales que marcaron el movimiento en Belgrado en 1961, la mayoría de ellos no han sido alcanzados. El colonialismo ha sido superado pero el subdesarrollo, no; las desigualdades entre ricos y pobres tampoco, y la Guerra Fría ha dado paso al incremento del armamentismo.

La fuerza de este movimiento radica en el número de miembros (2/3 de las naciones y el 55 % de la población del mundo) y los diversos intereses de sus integrantes es su mayor debilidad.

El MNOAL lleva más de 40 años luchando por el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional, un cambio en la estructura de las relaciones económicas internacionales, que es favorable a la los países industrializados, pero que perjudica a los países en vías de desarrollo.

La Cumbre celebrada en la Habana finalizó con la constatación de que siguen existiendo bloques con intereses contrapuestos. A pesar de las diferencias internas que mantienen estos países, el MNOAL mostró sus profundas discrepancias con respecto a los EE.UU. y la mayoría de las democracias occidentales en la solución de los grandes problemas mundiales como la crisis del Oriente Próximo, el programa nuclear iraní o el cambio de reglas a introducir en la ONU en los próximos años.

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y Fidel Castro (ausente por enfermedad) coordinaron sus estrategias para revitalizar el Movimiento de los no Alineados a través de la cooperación y la puesta en marcha de programas sociales e iniciativas de colaboración Sur – Sur, que alivien la penuria de los países del Tercer Mundo y sirvan para edificar alianzas políticas y ganar influencia frente a EE.UU. Chávez propuso la creación del denominado Banco del Sur que administraría fondos para los países subdesarrollados. Así mismo la Cumbre de la Habana adopto la decisión de que Egipto será la sede de la XV Cumbre del Movimiento de Países no Alineados, en el año 2009.

Más allá de los resultados concretos de la Cumbre, la reunión de los MNOAL otorga un fuerte impulso a la solidaridad como valor fundamental en la relación entre las naciones. De esta manera los MNOAL intentan demostrar que es posible otra globalización, alejada del modelo que impulsan los países industrializados, que ha incrementado las desigualdades entre las naciones desarrolladas y subdesarrolladas, afectando así a millones de personas en todo el mundo.

Las dos visiones de la globalización y sus consecuencias que mantienen el mundo occidental o desarrollado y el MNOAL tienen que encontrar foros de debate en los organismos internacionales (ONU, FMI, OMC) donde limar las diferencias ideológicas, políticas y económicas que mantienen para poder afrontar de forma conjunta los grandes retos del siglo XXI: conflictos bélicos, consecuencia del proceso de globalización, subdesarrollo, inmigración, agotamiento y encarecimiento de los recursos energéticos, consecuencia del calentamiento del planeta y deterioro del medio ambiente, etc.

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