Llevamos un largo periodo de tiempo donde la incertidumbre acampa entre nosotros. Está presente en las realidades personales y en las empresariales y la gestión de sus consecuencias incontroladas se hace tremendamente difícil.
¿Cuándo y dónde surgió la primera alarma generada por la incertidumbre? ¿Fueron los balances negativos o la desesperanza de las personas por no tener modelos referentes coherentes y sólidos? Dar respuesta a esto generaría un buen debate en cualquier medio de comunicación. Desde este espacio expresaré lo que para mí aporta la revolución de la incertidumbre y el sentido crítico desde el punto de vista del desarrollo de personas en las organizaciones.
La incertidumbre lleva con nosotros mucho tiempo, la defino como “el conjunto de realidades que tienden a sacarnos de nuestra área de confort porque no responden a nuestras rutinas organizativas o personales”.
La “fiel o infiel” compañera de la incertidumbre es el sentido crítico y la defino como la capacidad de enfocar un problema desde distintas perspectivas. Hoy se escribe y se habla mucho de zona de confort, de lo que aporta al desarrollo personal cruzar la barrera hacia nuevas situaciones que reten a la persona a lograr sus objetivos por otros caminos antes impensables. El sentido crítico permite que la incertidumbre tenga un sentido proactivo hacia la generación de alternativas en una cadena de elecciones constructivas o rechazos negativos.
Por lo general, en las empresas ha existido la incertidumbre en mayor o menor grado y ha sido entendida como un elemento ajeno que crea distorsión y aleja a los equipos y a la gestión de los resultados más óptimos. ¿Y si provocamos un cambio y la incorporamos a la estrategia?
La incertidumbre como eje que se instala en la estrategia se presenta como un elemento controlado a través del sentido crítico y se transforma en una herramienta base de innovación, creatividad y mejora permanente, facilitando que las empresas se fortalezcan y se entrenen para escenarios extremos de un entorno, como el de ahora, que provoca gran incertidumbre.
Gestionar la incertidumbre y el sentido crítico permiten desarrollar la resistencia a la frustración a través de la creatividad; es posible innovar y descubrir más de dos alternativas de solución, es posible entrenar competencias relacionadas con el miedo al fracaso: la paciencia, la constancia, la calma, la capacidad de crear sinergias entre recursos, la implicación, la escucha activa, la confianza en una mismo y en el equipo…
Si trabajamos desde la estrategia la gestión de la incertidumbre y el sentido crítico, facilitando que la toma de decisiones en la empresa se fortalezca y con ellas sus cuadros directivos, generando proactividad y posibilitando una organización madura y preparada permanentemente que dará respuestas eficaces en momentos especialmente críticos.
Si decides incorporar a tu estrategia la gestión de la incertidumbre y el sentido crítico te animaría a que concretaras en un plan de acción, definiendo sus objetivos; eligiendo a las personas adecuadas alineadas con la visión, la misión y los valores de la empresa, que lo desarrollen bajo indicadores de excelencia; creando herramientas y espacios que permitan el desarrollo del plan; y permitiendo, que desde el control, el método y los resultados trasciendan al resto de la organización.
Tu empresa y tus equipos serán más fuertes ante la adversidad, ¿darás el paso?
Ana Herrero
Coach-Executive. Directora en Andalucía Montaner & A