En plena precampaña electoral los partidos políticos engrasan sus maquinarias de comunicación a la caza del votante. Según las encuestas, del votante indeciso. Los grandes partidos de nuestro espectro parlamentario, tienen en su organigrama responsables de comunicación, normalmente extraidos de la profesión periodística, aunque también de la comunicación audiovisual. Por encima de ellos se nombra un dirigente político, en no pocos casos sin vinculación directa con los medios, a los que se les "premia" con ese cargo, subterfugio que esconde una forma de apartarles de mayores aspiraciones.

Las campañas, eso sí, se deciden en la mayoría de los casos por encima de estos responsables, que todo lo más han de aprestarse a cumplirlas. Y se acude asimismo a empresas o profesionales externos a los que se les encarga la imagen publicitaria, eslóganes, cuñas radiofónicas, spots televisivos, etc.

Los jefes de Prensa, todavía así llamados en muchas organizaciones, duplican su trabajo en comunicación, pues han de estar al tanto de todo lo que se escribe o difunde por los medios, para  tener al día a los políticos-candidatos, tanto de lo que se recoge sobre sus mítines y manifestaciones como de las referencias que los adversarios realizan, iniciándose así ataques y contrataques en estas particulares canchas en que se convierte la geografía nacional. Han de  acompañar a los periodistas que cubren las informaciones que generan los grandes líderes en sus campañas, en las caravanas cuasi "circenses" que como los grandes artistas arriban en sus galas de pueblo en pueblo o de ciudad en ciudad. Manteniéndolos informado en todo momento de las rutas, opiniones, y procurando hacer lo más cómodo posible el trabajo y la convivencia durante las intensas horas de viaje, por aquello de que las crónicas sean lo más favorables posibles. Algunos de estos partidos, además, actúan como auténticas productoras de noticias, con los medios técnicos propios para facilitar información en "tiempo real" a quien hubiere menester. Claro que no todo el monte es orégano, las organizaciones políticas más modestas han de extremar el cuidado y esfuerzo por abrirse hueco informativo, dado que los medios no disponen de suficiente personal para dedicarlo al seguimiento de estos otros líderes menos mediáticos.

Estos jefes de Prensa, cuando cumplen funciones más amplias, comunican internamente a líderes provinciales, de estructuras más básicas, pueblos o barrios, los mensajes y consignas de las campañas, facilitando los medios técnicos adecuados para que cumplan su función en sus respectivos territorios. Por tanto realizan una labor de comunicación interna, permaneciendo de guardia con sus colaboradores para los asesoramientos oportunos. Dada las ocupaciones de los grandes líderes en estas fechas, escriben declaraciones a medios impresos, en su nombre, convirtiéndose en personas de contrastada confianza profesional.

De paso la parafernalia informativa que se genera, por razones de las oportunidades políticas de cada grupo político, recae asimismo en los responsables de comunicación institucionales, de consejerías, delegaciones, etc., que tienen trabajo extraordinario para responder a colectivos y organizaciones ciudadanas, connotadas políticamente, que por mor de protestas o reivindicaciones, aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid, arremetiendo contra los cargos institucionales afectos al partido gobernante municipal o regional.

La Comunicación está presente, como no, en las publicaciones de los partidos, este sería tema para otro artículo. Pero todos sin excepción dedican un capítulo en su programa electoral a definir los grandes rasgos de la política comunicativa, para medios públicos y privados. Leo, sin ir más lejos, mientras redacto, que el partido que nos gobierna vuelve a incluir el Consejo Superior Audiovisual en su programa y prepara una Ley General Audiovisual y Multimedia para afrontar los retos tecnológicos, la digitalización y el aumento de empresas operadoras. Además unos y otros tratan, supuestamente, de no cometer grandes errores en campaña o precampaña, que tenga trascendencia mediática. No siempre se consigue, recuerden el "affaire Rajoy – Gallardón – Aguirre". Soy de los que piensan que los resultados de las campañas, (todavía no somos EEUU), se deciden por la comunicación con los ciudadanos y las respuestas a sus necesidades a lo largo de una legislatura, y como el conjunto del Partido se organice para ello, dando posibilidades participativas a sus militantes, en especial desde la oposición y no con sorpresas de última hora. Como hay margen para la indecisión, incluso los que otros rechazaban el debate, se vuelven ahora  sus máximos defensores; tendremos pues una campaña movidita y trabajo extraordinario para los que han de velar por el cumplimiento de la ley electoral.

fsegundo@iberpar.com