Hace unos días escuchaba decir a un empresario de la existencia de seres extraños, que invadían el ya de por si agitado y turbulento entorno que rodea la vida empresarial.

Decía: “son seres que aparecen y desaparecen haciendo valer el poder establecido unas veces si y otras también”.

Uno de ellos, tachado por este empresario por ‘el otro’, acaba de visitarnos en este pasado mes de enero, disfrazado de Agencia Estatal de Administración Tributaria. ¡Qué miedo!, repetía una y otra vez. Además utilizan herramientas muy sofisticadas como forma de pago, llamándoles ‘modelos tributarios’.

Entre estos modelos se encuentran los relacionados con lo que ellos llaman pagos a cuenta trimestrales. También están las declaraciones resumen, que entre otras cosas dicen que sirven para chivatear las relaciones con derecho a retención de la empresa y sus empleados, profesionales…etc. O sea que desde enero este ‘otro’ ya espera para cuando se realicen las declaraciones anuales del Impuesto sobre la renta de las Personas Físicas.

Para identificar esos ‘modelos’, utilizan unas numeraciones raras, tales como modelo 300, modelo 390, modelo 110, modelo 190, modelo 115, modelo 180… y así un sinfín de ellos.

Continuaba diciendo el señor empresario: “lo que más miedo me da es cuando están cumplimentados los modelos”. Me obligan a salir de la casa, dirigiéndome a un lugar muy extraño, a veces con mucha luz, donde seres muy trajeados detrás de unas cristaleras, recogen el modelo y ¡horror! proceden a su cobro sin ningún tipo de contemplaciones hacia mi, ni hacia mi empresa.

Este ‘otro’ que me cobra el dinero, es un ser muy especial. Cuando lo necesito, se asocia conmigo siempre de la forma que más le interesa. Es un socio insaciable de mi empresa. Actúa como un virus que se transforma como, cuando y donde más le interesa. Es un ser que me chupa la sangre en cuanto me acerco a él. Mientras más debilitado me encuentro, más alto es su grado de exigencia y más altos los intereses acumulados.
Compra un vehículo para su empresa, y ‘el otro’, cobra el Impuesto de Matriculación, además del Impuesto sobre el Valor Añadido.

Compra un local comercial, y “el Otro del Otro” transformado en Junta de Andalucía o Estado, cobra el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y actos Jurídicos Documentados y/o el IVA según quien venda.

Se asusta aún más el señor empresario al ver que está rodeado de ‘otros’.

Reflexiona y dice que al bar y el quiosco que hay en la esquina, Papá Estado transformado en ‘Otro’, le ha cobrado en diciembre de 2005 la correspondiente tasa anual que le autoriza a vender tabaco, prohibiéndole días más tarde la venta de algo que le autorizó. ¿Fumar o no fumar?, ¿Por qué pasa la pelota al tejado de los propietarios de bares? ¿porqué cobra impuestos por el tabaco si prohíbe su consumo en determinados sitios? Ofú qué lío.

Para más locura llega ‘Otro’ que tiene guasa con el Estatut. Resulta que los catalanes quieren parte de la tarta que se reparten nuestros otros, vía Agencia Tributaria Catalana. Como allá tienen más renta per cápita y caben a más, que se busquen la vida los del sur.

Veo aturdido al señor empresario ante tanta confusión, llegando incluso a comentar no saber si serán los otros ‘los otros’ o si será él ‘el otro’. Si los otros estaban antes que yo, soy yo el otro. Y si la pequeña empresa se va, quién mantiene la economía del país.

Al cabo de unos días, veo de nuevo al señor empresario y una vez pasado el sofocón del mes de enero y los impuestos, ve la realidad de forma diferente, más optimista, con alegría. Posiblemente durará hasta que pague el primer TC1 a la Seguridad Social o llegue el primer trimestre de 2006, cuando tenga que cumplir de nuevo con los ‘Otros’ socios y asociados de su empresa. Y son tantos ‘Otros’ que a veces resulta casi imposible cumplir con todos.