El prestigioso economista Milton Friedman, dijo hace dos décadas: “No conozco el ejemplo de ningún país que haya eliminado una inflación importante sin atravesar un periodo de transición de lento crecimiento y desempleo”.
Quizás ha sido éste uno de los puntos fuertes del Gobierno de la nación, en los recién aprobados Presupuestos Generales del Estado, enfocados principalmente a combatir la inflación vía índice de precios al consumo.
El Índice de Precios al Consumo (IPC) mide el coste de comprar un conjunto dado de bienes, representativo de las compras de los consumidores, no variando de un año a otro sus artículos pero sí el precio de éstos.
Se han utilizado artimañas curiosas para manipular el índice de precios al consumo. Hasta el punto de incluir hace unos años en la valoración de la “cesta de la compra”, los precios de productos en época de rebajas, dándose con ello poca seriedad al indicador en cuestión.
Con estos presupuestos, un objetivo prioritario será controlar el Índice de Precios al Consumo, intentando equiparar el salario real con el salario nominal. Una familia ganará más o menos dinero al mes si el salario que aparece en la nómina mensual ha subido en mayor o menor proporción que el precio de los bienes que incluimos realmente en la cesta de la compra. Diferenciaremos entre lo que realmente ganamos o perdemos en relación con las continuas subidas o bajadas de los bienes comprados en la cesta de la compra.
Estos últimos años, hemos sufrido cierto descontrol debido a la entrada en vigor del euro y su adaptación real, y por desgracia el redondeo en el 99,9% de los casos hacia arriba, a pesar de los controles impuestos para evitar el fraude.
A título de ejemplo podemos citar, la subida de pensiones previstas por el Ministerio de Trabajo en 2005, cobrando los pensionistas una paga única para compensar el Índice de Precios al Consumo como consecuencia del desvío de la inflación en 2004, y de esa manera no perder poder adquisitivo.
Igualmente, tras varios años sin tenerse en cuenta, para este año 2005 la tarifa del Impuesto sobre la Renta de las personas Físicas (IRPF), volverá a deflactarse, de tal forma que se aplicará en los diferentes tramos del impuesto la inflación prevista, elevándose cada tramo en un 2%. Evitando con ello que una subida salarial igual al IPC estimado genere al contribuyente mayor pago de impuestos.
Según un informe sobre economía doméstica elaborado por Caixa Cataluña, el gasto de las familias españolas crecerá en 2005 en torno al 3,4%, sobre todo debido al aumento de las rentas salariales y de la riqueza inmobiliaria.
En cuanto a los alimentos y sus precios, nos encontramos un invierno bastante seco -hasta finales de enero no ha llovido apenas, los agricultores prevén pérdidas muy importantes si no comienza a llover, al mismo tiempo los ganaderos tendrán que realizar mayores gastos cebando a los animales. Todo ello unido a otros factores de índole económica, presentarán en este año 2005 un claro ascenso en los precios de los alimentos.
Los precios de los transportes suben por encima de la inflación, sobre todo para compensar la subida de combustible por el alza del petróleo después de la guerra de Irak.
Se incrementan los precios en la electricidad -1,61% para clientes industriales-, correos 3,7%, telefónica, autobuses, etc.
En definitiva, como hice referencia en un artículo publicado hace unos años con la entrada en vigor del euro, la culpa de la inflación se le suele echar al pollo, y quizás sea quien menos culpa tenga. Esperemos que el intervencionismo del Estado y sus políticas públicas correctoras sirvan para mejorar el bienestar social y económico de todos.
josevalero@economistas.org