Los que me conocéis ya sabéis que no soy para nada sospechoso de agorero ni pesimista sino más bien todo lo contrario, siempre procuro hacer de la coherencia mi virtud y mis críticas, normalmente dirigidas al poder. Tampoco responden a revanchismo de clase, ni mucho menos a este socialismo de "tebeo" que se practica por aquí y que nada tiene que ver con los conceptos de igualdad, fraternidad y libertad, que responden a las legítimas aspiraciones de esta revolución que nunca llegó a España.

Como quiera que en verano sobran dragones y culebrones, acaba de saltar una nueva alerta por parte de UGT (Vanguardia, 13/08/10), sobre la que ya se denomina como "generación perdida", rebautizados como los "ni-ni, jóvenes que ni estudian, ni trabajan".

Hasta hace poco los de la mía, nacidos entre los 40 y 50, creíamos que este término nos correspondía, porque teníamos la "fácil aspiración" de superar a nuestros padres que se recuperaban de una guerra civil y que educamos a nuestros hijos para que disfrutaran de cierta libertad que se nos negó en la infancia y de una educación que les abriera oportunidades para prosperar y mejorar en calidad de vida.

Lo que ha pasado es que a alguien se le fue la mano en eso de la calidad de vida, y llegamos a esta "degeneración" actual, cuyos datos aterrorizan ya que, entre los jóvenes de 19 a 24 años, un 23,1 % está en paro y la mitad ni estudia ni trabaja y los que lo hacen sufren en un 45 % contratos temporales. No quiero marearle con números pero los datos son ésos.

Es más, este amplio colectivo ni estudia ni trabaja pero comen, visten, se desplazan, gastan y se divierten, sin aportar nada al conjunto ciudadano, siendo un problema para sus familias y la sociedad. Pero lo peor de todo es que no saben lo que quieren hacer, ni tampoco hacen nada para formarse, la mayoría se convierten en auténticos "virreyes" de su casa, vampirizan a los padres, sobre todo a la madre, gastan lo que no tienen con alguna complicidad familiar, ¿quizás un abuelito?, cambiando su mínima autoestima con el consumismo precoz o encerrándose en los "bicho-juegos" y matando las noches con los amigos, para ocultar su absoluta soledad y falta de afecto, o sea, la poca dedicación de sus progenitores, que es una de las claves del problema.

¿Qué va a pasar cuando los padres vayan al paro? O, ¿cuándo ellos se asomen a los 30 y ya no puedan alargar más su juventud? Pues si nadie lo evita, se sumarán a las clases pasivas, sin estrenarse y sin que ningún país pueda soportarlo.

Todo se paga tarde o temprano y este viaje inacabable a la 'Disneylandia de cartón' en la que vivíamos hace menos de 10 años, llegando la fantasía hasta el delirio de algún político que se atrevió a  autoproclamarnos como potencia mundial, se acabó. Todo era mentira, dependemos del sol que trae turismo, del precio del petróleo y del Esfuerzo, con mayúsculas, de los que trabajan de verdad y crean valor añadido, los trabajadores, pymes y profesionales.

Por favor, los que tengan el poder déjense de demagogia, recuperen el aprendizaje en los oficios, apoyen al empresario que es el que da empleo, apliquen la meritocracia en la educación y en el mundo laboral. Si quieren ser europeos, tomen el modelo calvinista, o sea "tienes lo que te has ganado", confíen en la familia pero que el padre y la madre eduquen y hagan de padres y colaboren con los maestros en educar a los hijos, desarrollando todas sus competencias. Todo eso con trabajo y actitud, dejen de pelearse entre ustedes señores "políticos" y aprovechen los recursos públicos, que pagamos todos, para que haya más eficiencia y productividad en la administración, porque las crisis no se resuelven subiendo impuestos, sino trabajando más.