Parece que de forma decidida se ha perdido el miedo a la tecnología de la información y el traspaso desde ‘la galaxia Gutemberg’, como definiría nuestro paisano Manuel Castells, a la era internet, ha sido mucho más low que hard, ya que fomentar que todo el mundo acceda con facilidad al escaparate virtual está resultando mucho más bueno que malo. Compartir parte de lo que sabemos con todos los demás, es aún mejor. Lo más complicado es limitar la información y lo complejo sigue siendo sacar dinero a la gente.

Pero ‘la galaxia internet’ está abriendo nuevos caminos, muy especialmente a la formación y el trabajo, por permitir su difusión universal y por las posibilidades de dar valores cualitativos a la información que pueda extraerse de la red.

A menudo, estos grandes optimistas que acostumbran a ser la gente de marketing, siguen viendo todo lo que vomita la pequeña pantalla como una oportunidad de negocio. El ‘bussiness.net’, es su gran objetivo, pero olvidan que la información por buena, rápida, y clara que sea siempre está un eslabón por debajo de la auténtica comunicación que exige la venta de productos y servicios por la red y subsiste el vacío de emociones, en la transacción que sólo puede, insuflar el ser humano.

La formación virtual empieza a generar cierto atractivo, porque algunos de sus promotores, como Roger Schank, han empezado a redefinir el modelo de formación, asumiendo que no puede trasladarse el conocimiento entre maestro y alumno, sino simplemente se puede ayudar al descubrimiento individual. La metodología socrática vuelve a ganar actualidad después de más de veinte siglos, y se replantean los procedimientos docentes actuales.

De esta forma, el e-learning está ganando terreno frente a la formación, presencial, especialmente dentro del ámbito de la universidad y más concretamente en los programas de postgrado y desarrollo de habilidades.

Si se hace bien desde el principio, esto es, contando con un campus virtual, se crean contenidos dirigidos a potenciar la forma en que aprendemos las personas, o sea, interiorizando unos objetivos, deduciendo cómo lo hacemos, experimentando, errando y sacando conclusiones propias. Es mejor que pasar información, aunque siempre contando con el valor añadido del tutor-profesor.

En este contexto es posible que las enormes ventajas del e-learning, que favorecen la disponibilidad de horarios, la libertad, la adaptación individual del plan docente, contribuyan realmente a posibilitar la experiencia personal, fomentando actividades que permitan practicar las propias habilidades.

Porque el mundo laboral no quiere sólo gente que sepa cosas, sino personas que quieran hacer cosas y, si es posible, que las hayan experimentado previamente aunque sea de forma simulada.

La alianza entre el mundo del trabajo y la universidad, al menos en internet, está siendo la mejor experiencia de los últimos años, pues la posibilidad de determinar las ofertas de las empresas dentro de parámetros relativos a las competencias deseadas y el acceso libre y fácil por parte de futuros profesionales que siguen ganando conocimientos, al mismo tiempo que se posibilitan como candidatos, permite el acceso a ofertas normalmente con carácter temporal, complementarias a su formación, pero que facilitan un mejor acceso al mundo de la empresa.

La aceptación de internet por el mundo de la universidad, ya sean profesores o alumnos, está generalizada y su tendencia seguirá al alza, ya que la mejor y más rápida información constituye por sí misma una ventaja, pero jamás debe perderse de vista que la tecnología debe ser un medio para acercarnos mejor a los demás, sin que llegue a sustituir jamás el calor que genera la comunicación entre dos seres humanos.

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