Seguramente usted, igual que yo, habrá oído hablar de la adicción al trabajo, ¿es así? Bueno, en realidad se trata de buscarle una justificación a toda esta gente que parece que sólo vive para trabajar, vamos, que se pasa la vida currando y no por necesidad.

Le confieso que un servidor siempre ha pensado que este tipo de gente tenía algún tipo de tara o algo así; me explicaré, yo soy de los que creo que debemos funcionar con armonía, vamos, que hay que compensar emocionalidad con racionalidad, familia, amistad y trabajo, deberes y obligaciones, día y noche, todo eso.

Cuando nos enganchamos mucho a alguna de estas cuestiones vitales que normalmente dan un sentido trascendente a nuestra existencia, caemos en la adicción y los vicios siempre son malos.
Pienso que no se puede abusar ni siquiera de algo tan digno -para algunos- como el trabajo. En realidad la gente que conozco con este problema siempre sufre determinadas limitaciones o bien hay algo importante que no funciona en su vida.

Vamos a ver, las personas en el fondo nos movemos por dos grandes intereses, el placer y todo lo que encierra el concepto, o sea, lo lúdico, el sexo, el juego, la diversión, etc, y el dinero, entendido como el medio que nos facilita el acceso a la posesión de cosas, incluso el poder, la influencia y todo lo demás.

Claro que también está el amor, pero eso ya es otra cosa, obviamente el amor no se justifica porque pertenece al misterio de las emociones, las sensaciones, la química, todo lo irracional, de lo que todos creemos saber algo, pero que en realidad nos supera simplemente porque no tiene explicación científica, es demasiado subjetivo.

Los adictos al trabajo son un tipo de enfermos que a menudo entierran sus frustraciones escondiéndose detrás de una mesa, delante de un ordenador, empuñando un móvil con el que se defienden de toda forma de comunicación con su entorno y viven construyendo negocios en el aire que deben perfeccionarse al instante por el temor a que se evaporen al día siguiente.

En mis catorce años de oficio como abogado matrimonialista conocí a gente que se pasaba la vida en el despacho simplemente para no enfrentarse a la relación con su pareja o a la responsabilidad de educar a su prole.

Hay otros que subordinan su existencia al entorno laboral porque allí están cómodos y en su nimiedad buscan su autoestima encerrados en un antro, allí están seguros y no les importa ni siquiera lo que van a pagarles, simplemente se montan su propia cárcel para protegerse del vacío de sus vidas. A unos les mueve la codicia y la avaricia pero a otros ni eso, se defienden de los demás dándole a alguna maquinita mientras los demás se toman una cerveza.

Parece ser que, unos científicos americanos han descubierto que existe una sustancia química que segrega el cerebro llamada ‘dopamina’ que es la causa de los adictos laborales y que relaciona el esfuerzo con la recompensa. Como anécdota está bien, pero sería bueno que pudieran contaminarse también muchos políticos a fin de que trabajaran un poco más y así ganaríamos todos.

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