Las empresas de origen social son muy numerosas en España y en el extranjero y abarcan muy diferentes ramas de actividad. Entre ellas es muy abierta la competencia, pero ello no es obstáculo para que deban tener características comunes en su gestión, le estaba comentando a mi amigo Don Contradictorio.

– Pues no sé por donde vas a tirar, si por tus normas o algo parecido. Lo que yo hago cuando me compro algo producido por una ‘empresa social’ es fijarme en que la calidad del producto corresponde con el precio, vamos que no me roban -contestó mi amigo-.

– Tú lo has dicho, que el producto tenga una relación calidad-precio aceptable. Es ésa una de las características que este tipo de empresas deben de poner en un primer plano, porque es fundamental para acreditar su producto, darle ‘buena fama’. Ésta perdurará si no hay altos y bajos en la calidad del producto. Que no ocurra, por ejemplo que al abrir una lata o un paquete, la calidad del producto desmerezca. Para conseguir que tal cosa no se produzca es necesario que la gestión establezca procedimientos de producción suficientemente detallados y se controle su adecuada ejecución. Nada debe dejarse a la improvisación, los detalles son importantes. Otra característica común a este tipo de empresas es mejorar la productividad, aplicando mejoras tecnológicas en los procesos que reduzcan los costes. En este sentido pueden jugar un papel importante las ideas e iniciativas del personal productivo, fruto de su experiencia en el trabajo. La gestión debe prestar mucha atención al tipo de iniciativas que se puedan producir y premiar los buenos resultados.

– Mira -me dijo Don Contradictorio- eso que dices está muy bien, pero no es tan fácil hacerlo. Porque ideas puede haber muchas, pero seleccionarlas es difícil. Tienes que contar que hay envidias, ‘dimes y diretes’: que si a éste sí, pero a mí no…

– Pues hay que juzgar por los resultados y no por los ‘dimes y diretes’. Pero déjame que me refiera a la última característica común y es la exportación.

– En efecto -dijo mi amigo- ahora que andamos todos globalizados, como no nos globalicemos con nuestros productos, no nos vamos a comer un rosco.

– Pues no creo que la cosa sea tan así, pero en efecto hay que pensar en las posibilidades de exportación. En primer término habrá que pensar si nuestros productos pueden tener clientes potenciales, lo que puede estar ocasionado por causas muy diversas. Quizá sea oportuno considerar obtener un apoyo de comerciantes locales que pueden aportar su experiencia y conocimientos de mercado. Habrá que tener presente la posible demanda y nuestra capacidad de satisfacerla, porque malo sería irrumpir en un mercado y luego no poder garantizar la presencia. Claro que es muy importante el asesorarse de los servicios de las cámaras de comercio y otras entidades. Con todo esto lo que quiero decir es que se debe ser muy prudente antes de lanzarse a ‘la globalización’ y más aún si implica hacer inversiones en nuestros procesos de producción que pueden resultar no rentables.

– Pues yo que estaba viéndome ya ‘globalizado’, me has pinchado el globo
-comentó frustrado Don Contradictorio.

– Acuérdate del refrán italiano: ‘qui va piano, va lontano’ –le contesté a mi amigo.