Ya ves -me dijo mi amigo don Contradictorio- cómo don Manuel presta atención a productos andaluces tan importantes como el vino de esta tierra.

– Me parece muy bien, le contesté, y no lo digo porque sea nuestro director, sino porque hay productos andaluces que son un ejemplo de lo que hay que hacer para abrirse camino en este mundo tan globalizado como competitivo. Y lo que hay que hacer es acreditar los productos por su calidad, es decir, por la satisfacción de los clientes.

– Ya me parecía a mí que ibas a tocar el temita que tanto te gusta -dijo mi amigo con cierta sorna-.

– Supongo que a ti te agrada que cualquier vino andaluz tenga calidad y… precio asequible -repliqué-. Pues eso es producto de varias cosas, que deben inspirar a cualquier empresario.

– Empiezas el año hablando de calidad. Así acabaste el año pasado.

– Pues sí, mi amigo, de ese tema hay que hablar siempre porque sólo creando calidad se podrá sobrevivir en el 2005 y en los que vienen. Fíjate, por ejemplo, en el vino de Jerez, que los ingleses llaman sherry y que algunos se creen que es su producto. Se ha mantenido en el mercado internacional y aumentado su prestigio porque:

– Eligen una materia prima, las uvas, que cumplan requisitos de calidad que la experiencia de decenas de años les han demostrado que son los adecuados.

– Tienen procesos de fabricación en donde se combinan la tradición con la modernidad para hacerlos más productivos y al tiempo garantizar un producto estable dentro de una alta calidad.

– Tienen técnicas de control que les informan de que el producto cumple los requisitos establecidos y, en caso contrario, da la información necesaria para corregir aquellos parámetros que se desvíen.

Estas consideraciones son aplicables a cualquier tipo de producción. Quizá sería conveniente que se estudiaran a fondo las causas que han llevado a algunos vinos andaluces a la reputación mundial de que gozan. Ese estudio proporcionaría experiencias útiles para ser aplicadas a otros productos andaluces que también pretenden acreditarse en el mercado mundial.

– Mira -me dijo don Contradictorio- déjate de teorías, que lo que hay que hacer con el vino es… beberlo, y si es manzanilla, amontillado-moriles, fino o jerez, sin olvidar los olorosos, el de Málaga y tantos otros más, beberlos digo fresquitos y si se acompañan de jamoncito de bellota de la sierra o de otras chacinas… pues mejor que mejor.

– Mi amigo -le contesté- estoy completamente de acuerdo contigo. Pero al hablar has mencionado una serie de excelentes vinos. Muchos de ellos tienen que dar importantes pasos adelante para ganar nuevos mercados, porque el desarrollo andaluz así lo necesita. Por ello la calidad y la experiencia de los que más se han expandido puede ser muy útil.

– Déjate de consideraciones -me respondió mi amigo- lo que hay que hacer es darse buenos tragos de nuestros vinos andaluces y luego dar esos pasos que propones…. si es posible manteniendo la vertical y sin tambalearse.

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