La gestión de la calidad del aire abarca un conjunto de actividades con el objetivo de contener o reducir los niveles de contaminación atmosférica en un determinado territorio. Es necesario definir una serie de objetivos que, en el caso de España, aparecen marcados en el conjunto de Directivas Europeas transpuestas al ordenamiento jurídico español.
A partir de ahí, el seguimiento de dichos objetivos lleva, por un lado, a diseñar y definir estrategias de control y vigilancia y, por otro lado, a elaborar programas de actuación para aquellas zonas en las que no se alcanzan los objetivos fijados, como pueden ser los planes de mejora de la calidad del aire publicados por la Consejería competente en materia de medio ambiente.
Debe quedar superado el concepto elemental de control de la calidad del aire exclusivamente mediante mediciones directas en las zonas donde se podría producir un problema de contaminación. Estas medidas deben ser complementadas con otras herramientas, como la modelización, que de una forma simplificada consiste en la reproducción matemática y con una determinada incertidumbre de los procesos químicos que tienen lugar en la atmósfera.
La modelización permite estimar los niveles de calidad del aire en zonas no cubiertas con sistemas de medición. Esto amplía el territorio y, consecuentemente, la población sujeta a control ambiental. Aquellas zonas en las que los sistemas de modelización indiquen que los valores legales se sobrepasan o están a punto de hacerlo, son las candidatas para albergar nuevos sistemas de medición directa, en un proceso continuo de optimización del diseño de una buena red de vigilancia y control de la calidad del aire.
Otra ventaja es la capacidad de anticipación a la posible ocurrencia de una superación de los valores legales establecidos. Un sistema de medida de la calidad del aire permite, en el mejor de los casos, la comunicación a la población y administraciones de que un episodio de altos niveles de contaminación “acaba de ocurrir”, con poco margen para tomar medidas que minimicen el impacto que eso suponga. La modelización permite, con una incertidumbre controlada, determinar que un episodio de contaminación “podrá producirse” con una antelación de horas o días, lo que facilita la actuación para reducir esa probabilidad de ocurrencia (contingencia), o al menos contemplar y minorar su impacto esperado (mitigación).
A nivel más estratégico, la modelización permite establecer escenarios probables que se producirían a partir de actuaciones previstas. Un caso común es la autorización del establecimiento de nuevas actividades potencialmente contaminadoras de la atmósfera en un determinado territorio. El impacto esperado en los próximos años de una nueva actividad debe evaluarse a través de herramientas de modelización, que darán la clave para autorizar o no el establecimiento de dichas actividades, o bien, modularán el alcance de las actuaciones previstas.
En definitiva, los sistemas de modelización de la calidad del aire se convierten en una herramienta imprescindible para el control ambiental. Su acertada combinación con las técnicas clásicas de medida directa mejora considerablemente el éxito en la gestión de la calidad del aire.
Éstos, entre otros temas, son también tratados en el Máster de Gestión del Medio Ambiente en la Empresa de EOI-Escuela de Organización Industrial.
Antonio Lozano García
Miembro de la Red Ibérica
Temática sobre Modelización de la Contaminación Atmosférica
Profesor del Máster en Gestión del Medio Ambiente en la Empresa – Escuela de Organización Industrial (EOI)