En 1884, S. A. Hill, un psicólogo inglés, publicó un trabajo sobre el número de actos de violencia y de suicidios en las Indias inglesas. Tomó datos, mes a mes, a lo largo de varios años, y estudió la relación entre dichos sucesos y la temperatura y humedad de la zona. Por un procedimiento matemático muy sencillo elaboró una fórmula con la que podía predecir el número de crímenes mensuales, con sólo consultar el termómetro y el higrómetro. Este investigador cogía la temperatura del mes y la multiplicaba por 7, el resultado se lo sumaba a la humedad media y lo multiplicaba por 2. El número así obtenido correspondía a la cantidad de asesinatos que se cometerían en el mes.

En la actualidad, otros estudios más modernos muestran que, por norma general, en temporadas de calor los delitos aumentan. Por ejemplo, en Méjico D.F., la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal confirmó en 2002 un promedio diario de 44.15 casos de lesiones dolosas. Sin embargo, entre abril y junio, las agresiones crecieron hasta valores de 49.13, 47.81 y 44.57 respectivamente.

Las violaciones denunciadas en la ciudad de Méjico, por día, durante el pasado año, fueron un promedio de 3.56. Pero, en abril, aumentaron hasta 4.27; y en mayo, 4.16 por día.

El profesor Anderson, del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Iowa, encontró que, en Estados Unidos, durante el verano, los asesinatos y asaltos se incrementan aproximadamente un 2.6% en comparación con otras épocas del año. “Los veranos calurosos producen un mayor aumento de la violencia que los veranos más fríos y las tasas de violencia son más altas en los años calurosos que en los años fríos”, según este psicólogo.

También, en el artículo ‘Calor y violencia’, que apareció en febrero de 2001 en la revista Psychological Science, Anderson señala que durante los días, meses y años más calurosos, se puede documentar un claro aumento “en atracos, disturbios espontáneos y maltratos conyugales”. Incluso, la cantidad de bateadores de béisbol lesionados con pelotas que les lanzan se incrementa en esas fechas. Anderson calcula que “un aumento de un grado centígrado en la temperatura promedio anticipa un incremento de aproximadamente 9 asesinatos o asaltos más por cada 100.000 personas”.

En la conducción también nos vemos afectados por el calor. Según el director del Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial de Valencia, Luis Montoro, las altas temperaturas pueden provocar el aumento del número de accidentes entre un 15% y un 25%. Así, una temperatura dentro del coche de 35 a 40 grados puede significar un peligro similar al de una alcoholemia de 0,8. A esa temperatura se ha comprobado, por ejemplo, que no se percibe la información de un 15% de las señales de tráfico.

Durante las investigaciones sobre este tema, los conductores fueron sometidos a una serie de pruebas en circulación real y en simuladores; y se demostró que, a 30 grados de temperatura en el interior del coche, los errores se incrementaban un 20% y que el tiempo de reacción se alargaba un 22%, al pasar de 21 grados a 27 grados. Por ejemplo, A 90 kilómetros por hora, con calor, un conductor recorrerá 41m. antes de pisar el freno ante un imprevisto, mientras que, estando fresco, lo pisaría a los 16 metros.

Estos estudios también han demostrado que se produce un aumento considerable de la agresividad al conducir y del número de infracciones cometidas cuando el calor aprieta. Sobre todo se constata un aumento de la velocidad con el fin de llegar cuanto antes al lugar de destino. Por otra parte, la atención y la vigilancia disminuyen hasta el punto de que se reducen a la mitad el número de miradas a los retrovisores, por ejemplo.

En definitiva, que el calor que nos va a acompañar este verano no va a ser el mejor compañero para hacer negocios, ni para trabajar, ni para viajar, ni para convivir. Por ello, nos resulten o no creíbles estos estudios, debemos tener en cuenta que en ese mal humor que encontraremos en nosotros mismos o en quien tengamos enfrente, puede haber razones externas que, con un poco de paciencia y mente ‘fría’, se puede controlar.

Así que, seamos comprensivos. Y recordar que, para tener una jornada de calidad es muy importante dormir entre 7 y 8 horas diarias, para lo cual, en el dormitorio, debe haber un ambiente aireado, con una temperatura de entre 18 y 22 grados ya que, por encima de 24º, se altera el patrón del sueño.

mailto:info.soma@psicomotivacion.com >info.soma@psicomotivacion.com