Cada vez cobra mayor importancia, tanto en la vida privada como en la laboral, la auditoría ambiental. Esta tiene por finalidad identificar los factores ambientales que definen la ‘bio-habitabilidad’ de un espacio y valorar su influencia en el bienestar y la salud de las personas que allí viven.

Son muchos los factores que pueden convertir un espacio en un lugar inhabitable, afectando a la salud y al rendimiento físico y psíquico de quienes lo frecuentan. Según los criterios del Ministerio de Trabajo, se considera que el 30% de los edificios puede presentar problemas relacionados con el Síndrome del Edificio Enfermo. La causa principal es la mala calidad del aire, con frecuencia tóxico y saturado por la escasa ventilación, demasiado seco y cargado de electricidad, lo que suele provocar molestias oculares, respiratorias, alergias y eccemas cutáneos.

En las oficinas, sobre todo en las que se localizan en subterrá-neos, se sufre además la contaminación lumínica, al haber una falta de luz solar. La escasa intensidad de luz o su incorrecta distribución espacial, la composición cromática del entorno y de la propia fuente de luz, además del parpadeo de fluorescentes y pantallas de ordenador, pueden ser causas de malestar. A corto plazo, estas domopatías (disconfort provocado por los elementos de uso cotidiano) son causa de fatiga y estrés, afectando al estado de ánimo y al rendimiento laboral. Pero, además, a largo plazo, un edificio enfermo puede hacer que enfermen sus habitantes.

Una de las técnicas ergonómicas que está cobrando gran popularidad en la actualidad es la cromoterapia. Se basa en la influencia que los colores pueden tener sobre las personas. Según esta tendencia, hay colores que ayudan y dan seguridad en el trabajo. Incluso, se ha comprobado que acondicionando el colorido de los puestos de trabajo se puede llegar a disminuir el número de accidentes laborales.

Con frecuencia, la fatiga ocular proviene del esfuerzo constante del ojo por adaptarse a contrastes de color perjudiciales. No es suficiente con que la iluminación sea la adecuada, además es necesario que tanto la luz como los colores estén combinados adecuadamente.
Se ha comprobado que en oficinas en las que los colores dominantes eran el blanco y el gris, mejoraba la atención visual de los obreros al pintar las paredes de color verde pálido, provocando menos fatiga; lo que redundaba en una reducción de errores y accidentes, y en un aumento de la producción.

Yendo más allá, bioquímicos rusos han realizado experiencias sobre la posible relación entre ruidos y colores llegando a la conclusión de que los colores fríos, como el azul y el añil, presentan una mayor capacidad de absorción de ruidos fuertes e intensos; por lo que los recomiendan para las paredes de talleres y ambientes excesivamente ruidosos.

El Instituto de Investigaciones del Color de Estados Unidos ha llegado a sugerir que algunos colores favorecen las ventas. Así, el color rosa es el mejor para los cosméticos; el verde, para la joyería; y el rojo, para los juguetes.

En internet encontramos algunas referencias curiosas a experimentos hechos en este ámbito: “En unas escuelas suizas se sustituyó el encerado negro y el yeso blanco por una pizarra verde y clarión amarillo. Además del efecto calmante obtenido, fue notable el progreso en la retención de las explicaciones”. “En la mayor parte de clínicas y hospitales, el color blanco o marfil de las paredes y de las prendas de vestir de médicos y enfermeras ha sido sustituido por el color verde. Con ello el ambiente es más calmado”. “La Panamerican Airways descubrió que se daba una mayor proporción de mareos en los pasajeros de aviones cuya decoración era de color amarillo o naranja. El problema fue resuelto adoptando el azul o el verde pálido, tanto para asientos y almohadones como para la pintura interior de los aparatos. El ejemplo ha sido seguido por los diseñadores de autobuses y vagones de ferrocarril”.

También a la hora de comer nos fijamos en los colores. En definitiva, la vista es el primer sentido que transmite al cerebro si lo que vemos nos gusta o no, condicionando, consecuentemente, nuestro estado de ánimo. Un estudio más pormenorizado de estas técnicas nos podría llevar a establecer estrategias de colores a la hora de invitar a un socio o cliente a comer, para negociar un acuerdo. Para ello recomendamos el libro ‘Cromoterapia’, de Francesco Padrini y María Teresa Lucheroni (De Vecchi) donde se estudia el color, los efectos físicos de la luz y del espectro luminoso; y donde los autores analizan los efectos beneficiosos sobre el ser humano. Vamos, para alucinar en colores…

mailto:info.soma@psicomotivacion.com >info.soma@psicomotivacion.com