Por fin llegan las ansiadas vacaciones de verano. Y es que, una gran mayoría de nosotros pasamos el año entre suspiros y sueños que nos acercan al esperado receso.

De temporada en temporada, llegamos al descanso con más conocimiento; unas veces debido a las propias experiencias y, otras, fruto de la inteligente escucha de las palabras de sabios egregios.

Así hemos aprendido en el refranero que “es mejor trabajar para vivir que vivir para trabajar” y que “No podemos llegar a sobresalir en el trabajo si no hacemos otra cosa que trabajar” (Anna Quindlen). Por eso, debemos considerar que ha llegado el momento de cambiar de actividad, aunque el cambio sea para no hacer nada, que es otra manera de aprovechar el tiempo; porque “aburrirse en el momento adecuado es signo de inteligencia” (Clifton Fadiman).

Muchos son los que tratan de escapar de las ciudades en estos días, pues hay quien dice que “lo que más me gusta de las ciudades es lo que hay fuera de ellas” (John Graves), o que “el hombre inteligente viaja para enriquecer después su vida en los días sedentarios, que son más numerosos” (Enrique Larreta). Lo cierto es que “cuando alguien vuelve de un viaje, trae un prejuicio menos” (Chateaubriand), porque conocer otras culturas nos ayuda a entender mejor a la nuestra. Se aprende observando el lugar y a su gente; y “se puede saber mucho de una ciudad por la manera en que trata a sus visitantes” (Mary Potter).

Lo importante es saber disfrutar de lo que tenemos, porque “algunas personas, después de haber encontrado lo bueno, buscan todavía más y dan con lo malo” (anónimo). En definitiva, que hay que aprender a disfrutar cada momento, porque “quien pierde su tiempo, pierde la vida. ¡Las horas vacías no vuelven jamás!” (José Luis Almada); sin olvidarse de que, como decíamos al principio, no hacer nada es otra forma de emplear el tiempo. De hecho, llega incluso a fatigarnos, porque “la gente ociosa suele sentirse más cansada que la que trabaja” (Michael Levine).
También hay que aprender a desconectarse de los problemas y entender que “Un problema deja de serlo si no tiene solución” (Eduardo Mendoza). Pero, no nos confundamos tratando de ahogarlos en vino, porque “El alcohol provoca el deseo pero frustra la ejecución” (William Shakespeare), y eso nos impediría encontrar soluciones eficaces que nos conduzcan a la felicidad. Y es que “El mejor momento para ser feliz es ahora mismo” (Anónimo).

La amistad es otro de esos bienes que debemos cuidar a diario. Ahora es el momento de revisar nuestro capital amistoso y reponer las existencias. Pero tengamos en cuenta que “La confidencia corrompe la amistad, el mucho contacto la consume y el respeto la conserva” (Cicerón). Seamos generosos en alabanzas y aprendamos a comunicar afectuosamente, que “El que se guarda un elogio, se queda con algo ajeno” (Pablo Picasso). Compartir la vida con los demás es imprescindible para el ser humano, así “Lo que hace disfrutable una relación son los intereses comunes y lo que la hace interesante son las pequeñas diferencias” (Todd Ruthman). Aprendamos, pues, a respetar a los otros, porque “amar a alguien para hacerlo distinto significa asesinarle” (Igor Caruso).

Disfrutemos de cada momento, de cada persona, de cada lugar. “Lo importante no es el fin del camino, sino el camino. Quien viaja demasiado aprisa se pierde la esencia del viaje” (Louis L’Amour); y evitemos caer en el error de ser “ese tipo de persona que se pasa su vida haciendo cosas que detesta, para conseguir dinero que no necesita y comprar cosas que no quiere, para impresionar a gente que odia” (Emile Henry Gauvreay).

En resumen, que vivamos felices esta nueva etapa de nuestra vida que son las vacaciones; y que aprendamos a compartirla con nosotros mismos porque “el mayor problema del ocio es que el ser humano no es capaz de aguantarse a sí mismo” (Nacho Duato).

¡Ah! Y un consejo: “Sabrás que debes bajar de peso si, cuando vas a la playa y estás tomando el sol sobre la arena, unos ecologistas intentan devolverte al mar (César Octavio López).

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