En los últimos años estamos viviendo una vuelta a los sesenta a través de la televisión, la música y hasta en el turismo y los viajes de incentivos.
Nuestro hijos se entretienen hoy con dibujos animados como los de Heidi, la Abeja Maya, el Perro de Flandes, etc. Y nos recuerdan a nosotros mismos cuando, esos mismos personajes (y los mismos capítulos) nos mantenían pegados al televisor en blanco y negro durante las pocas horas que duraban las emisiones.
La música también ha recogido los temas de entonces y los ha reconvertido a través de nuevas versiones. El turismo, por su parte, recupera la forma de divertirse de otros tiempos: La verbena en la plaza del pueblo, las romerías, los juegos de antaño, etc.
Los empresarios y trabajadores que hoy se encuentran situados en puestos estables del mercado laboral vivieron sus primeros romances en estos actos sociales que contaban con la participación de todos los ciudadanos. Por eso, ahora, gustan de rememorar aquellos días pasados en una fiesta simulada en las plazas de las haciendas andaluzas restauradas.
Así, las empresas que organizan incentivos, es decir, viajes organizados a lugares especiales, con actividades de turismo activo y con el objetivo de motivar al personal, mejorar las relaciones entre los diferentes departamentos, recoger feedback sobre la Empresa ( = lo que opinan los trabajadores o los proveedores o los clientes), resolver conflictos personales, premiar a los más destacados o fomentar la comunicación, en general; emplean la romería y la verbena para alcanzar estos objetivos.
Por ejemplo, ante la petición de dos empresas que acaban de fusionarse y necesitan que su personal se conozca y forme un solo equipo, se les propone la siguiente simulación:
“Villarriba y Villabajo se han unido para hacer una gran fiesta de confraternización al estilo tradicional.
Los juegos y competiciones de antaño se han recuperado del recuerdo para que todos participen en esta singular celebración. Las carreras de cintas en bicicleta, la cucaña, el baile de la escoba, tiro al blanco, bolos, vaquillas, burro-polo, etc. servirán de modelo para crear un proyecto común.”
Conseguida la implicación de los participantes se propone, de manera paralela, una serie de actividades para introducir el factor formativo y de recogida de feedback del grupo. La actividad se lleva a cabo en el patio de una antigua hacienda donde se monta una tradicional feria con casetas de tiro al blanco, juegos de anillas, lanzamiento de pelotas, tómbola, etc.
Los participantes se agrupan en varios equipos (mezclando diferentes departamentos, cargos y empresas) que compiten entre sí. En cada caseta, un monitor especializado se encarga de extraer la información buscada mediante preguntas clave, en un ambiente distendido. A continuación se organiza la Verbena Popular con música de la época y los tradicionales bailes y concursos.
Especialistas en este tipo de eventos, en versión rock de los 50, son los Intocables; un grupo con sede en Conil compuesto por Ignacio, Johnny, Pepe, Ramón, Javi, Miguel e Isidro Arenas (exvocalista de Ténesi), que han recuperado la marcha de antaño y, ante la proliferación de cantantes “made in OT” tocan por placer, por hacer música y sin tanta parafernalia ni pretensiones eurovisivas.
En cada una de sus actuaciones, el cuerpo se contagia con el ritmo que marca el contrabajo y no puedes evitar el bailoteo inconsciente de los pies, que parecen actuar por libre.
Lo cierto es que todo lo que nos recuerda a nuestra infancia nos resulta atractivo. Parece como si quisiésemos atrapar el tiempo y repetir el camino andado, pero con la experiencia de hoy. Tal vez estos recuerdos nos hagan ver que el tiempo continúa su camino inexorable y que no se detiene ni tan siquiera cuando soñamos.
Quizá la reflexión sobre esta realidad nos haga darnos cuenta de que cada minuto de nuestra vida cuenta y que, por tanto, debemos aprender a disfrutarla.