Hace dos días era Navidad y ya estamos deseando feliz año nuevo a los amigos. Ni tiempo para venir al tabanco en busca de estas líneas he tenido estos días. Tanta dedicación ritual al altar navideño que te deja exhausto y empachado de tanto polvorón y tanto turroncito. Como todos los años, el director de esta publicación -al que le pido venia para esta confidencia pública que cuento por cariño y reconocimiento a mis vecinos de estas páginas y al ‘casero’ de todo el edificio- digo que, como todos los años, nos reunieron a los colaboradores de opinión que compartimos estos andurriales informativos. Y un año más allí estábamos haciendo balance y brindando por el año que hoy estrenamos. Y allí estábamos compartiendo mesa y mantel, en un clima de viejos colegas, que algunos comenzamos a peinar canas y a decir eso de “te acuerdas cuando comenzamos…, el formato anterior…, las páginas de entonces, cuando abrimos tal o cual camino, cuando inauguramos ésta o aquella sección…” que no es sino veteranía esto, por llamar de manera sensata a ese ir y venir por los recuerdos.

Y el director, siguiendo un talante que mantiene mes tras mes y durante todo el año, nos fue dando a todos la palabra. Y siguiendo el talante y la condición de cada uno de los convecinos en este edificio de papel y letra impresa que es Agenda de la Empresa Andaluza, fuimos haciendo uso de ella: Antonio, Fernando, Mercedes, Ana María, Luis, José, Mario, José María, Juan, Luis… Los recuerdos se iban alternando. ¡Y es que son ya muchos los que han ido anidando en la memoria desde aquel natalicio de 1996! ¡Diez años ya! Diez años construyendo Andalucía en positivo. Y un denominador común, que en razón de justicia he de dejar escrito en esta página. Así lo expresaba Fernando Segundo, nuestro especialista en temas de comunicación: Un director y una empresa que siempre han respetado nuestra libertad al escribir; nunca se nos ha impuesto nada, ni modificado nada, ni puesta al servicio de nadie nuestra pluma. Libertad e independencia. Respeto de la dirección de la empresa. Dos valores que no son sino ‘rara avis’ en este zoo nacional de la comunicación que nos toca vivir. No sé si es enteramente literal, pero así dijo y lo destaco porque la afirmación se fue repitiendo en cada uno.

Recuerdo aún aquella entrevista de 1996 en el hotel Jerez, y en la que nuestro director, me hizo el honor de comunicarme, compartiendo conmigo, aquel primer boceto de un proyecto que no podía sino dar los frutos que ha dado en estos años para Andalucía, para la empresa andaluza y para la comunicación. Diez años ya. Así que, aunque sea el penúltimo en estas páginas, quiero ser el primero en dar una doble felicitación a la revista que alberga hoy estas líneas: ¡Feliz décimo aniversario!

Otras felicitaciones, y muchas más, y más autorizadas que la mía, llegarán en este año que no ha hecho más que comenzar. Pero, he querido dejar constancia de esta primera. Y dije doble. La otra va para quien creó el proyecto, creyó en él con entereza, lo desarrolló con horas de trabajo y de estudio, robadas a su descanso, a su ocio y a tantas otras cosas que sé que ama, y que lo hizo con el talante de quien respeta al resto del equipo, de quien sabe escuchar, coordinar, aunar y mantener entre todos una relación que va más allá de los límites laborales, a quien, como diría mi colega y amigo Fernando, respeta la libertad y la independencia de los que ponemos nuestra firma en estas páginas. Ejemplo de periodismo responsable que, gracias a la contundencia de los hechos, va afirmando su certero camino en esta Andalucía nuestra. Felicidades, pues, a quien es el “alma mater y alma pater” de este instrumento y al equipo que lo hace posible. A Marianela Nieto que lo coordina con exquisita figura, a Clara Alonso que, en la cocina tipográfica, prepara este manjar cada vez más agradable de degustar… a los que desde hace años lo hacen posible en su redacción. Y a mis sabios colegas de la pluma que ya han sido nombrados.

Y todos vamos avanzando. Tenía yo veinticinco años, cuando -curioso intelectualmente, como he sido siempre- leí al paleontólogo francés Pierre Teilhard de Chardín. Me impresionó una frase suya: “el futuro es siempre mejor que cualquier pasado”. Mantengo firme mi fe en que lo será. Yo ya lo he experimentado -sean benévolos conmigo y admitan esta broma-, este año que comienza también yo he avanzado. Estaba en la última página y ahora estaré en la penúltima. Algo es algo, y por algo se empieza.

Querido director, aquí me tendrás siempre para exigir a tu lado y en tus filas, desde la libertad y desde la competencia, sobradamente demostrada por ti en estos años, la paz y la palabra, como escribía el poeta. La paz y la palabra en libertad para Andalucía. Ahí, me tendrás siempre a tu vera. Ésta es mi felicitación y éste es mi augurio para este 2006 que con este Anuario, repaso de la memoria histórica de los últimos doce meses, estrenamos. Y aunque hablé de ti y de este fruto maduro que engendraste, sé benévolo y aplícale la ecuación del espíritu navideño que aún aletea en el aire de estos días primeros de enero. Y, como siempre, publícame completa esta página que no es sino el agradecimiento de un cronista de hoy que da fe, como siempre, de lo visto y vivido.

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