Los hogares en España muestran valores positivos en sus previsiones de gasto por primera vez en seis años, al situar este indicador en los 2 puntos, tal y como señala el último estudio GfK Clima de Consumo para Europa.
Nuestro país, aunque ha mostrado destacadas mejoras en la confianza en las expectativas económicas, no había conseguido levantar el ánimo en cuanto a la disposición a comprar. Es más, ambos indicadores han mantenido comportamientos diferentes, llegando a existir una gran brecha entre las expectativas sobre la economía del país y el gasto en los hogares que alcanzó los 59 puntos a finales de 2015.
Como factores que pueden haber influido en este ligero incremento de la confianza están la moderación de la inflación y las favorables previsiones sobre la reducción de la tasa de desempleo, hoy en el 17,2%. Es importante destacar también la mejora de los datos del turismo y, por tanto, del empleo estacional, como posible causa para esta mejoría. Sin embargo, “habrá que estar muy pendiente de cómo la actual situación en Cataluña puede afectar a éste y al resto de indicadores”, apunta el estudio.
Además, se observa un estancamiento del optimismo en las expectativas económicas, que se sitúa en 25 puntos, sin variación con respecto al anterior. “Tras liderar la confianza en las previsiones económicas en Europa durante 2015, esta inmovilidad de España contrasta con un clima general de confianza en el resto de la región, donde este trimestre se ha cerrado con ocho países más optimistas que nosotros”, señalan.
Finalmente, las expectativas de ingresos en nuestro país vuelven a mejorar ligeramente en relación al trimestre anterior, con una leve subida de dos puntos, que coloca el indicador en los 16 puntos (7 más que en el mismo trimestre de 2016). Se confirma así su tendencia al alza, a pesar de que todavía está muy lejos de otros países como Alemania, con 53 puntos.
En este indicador influyen de manera destacada las tasas de desempleo y los salarios. Por ello, aunque el índice de generación de empleo en España es el segundo más alto de la UE, los bajos niveles salariales que todavía se mantienen no hacen prever a corto plazo un incremento significativo en las expectativas de ingresos de la población.