La obra escultórica de Salvador Dalí (Figueras, 1904 – 1989) protagoniza una nueva cita expositiva en el Palacio Episcopal de Málaga, coincidiendo con el inicio de los actos conmemorativos del primer centenario del nacimiento del creador ampurdanés. La exposición, que ha sido organizada por la Fundación Unicaja y comisariada por Carolina Artola, puede visitarse en la capital malagueña entre los días 21 de mayo y 21 de julio del presente año.

Se han reunido para la ocasión una selección de veinticinco bronces procedentes en su mayor parte de la Colección 2049 Obra Contemporánea de Vizcaya, que está integrada por el legado escultórico daliniano perteneciente a Isidro Clot, coleccionista y galerista que le encargó las piezas a Dalí. Asimismo, se exhiben una serie de obras de la Colección QuArt, que tiene su sede en Bruselas.

Entre las esculturas destaca la presencia de tres pruebas de artista originales: “Ángel de la Victoria”, “Cara Láminas – Talismán de la Suerte” y “Pietà – Mujer y hombre muerto”. Asimismo, pueden contemplarse piezas de gran formato, como “Carmen, la Crótalos”, “Dulcinea”, “Tritón alado”, “Ama de Llaves” y “Condottiero – Cabeza de Guerrero”, que miden alrededor de dos metros de altura cada una de ellas. En general, se trata de un conjunto de esculturas monumentales que, aunque tienen un peso muy elevado (alrededor de 400 kg.), destilan una profunda sensación de levedad y dinamismo.

En todas estas obras tridimensionales, Salvador Dalí transmite al espectador su especial visión del mundo y su universo simbólico. Además, se da la circunstancia de que fueron creadas en unas condiciones de total libertad e independencia en su casa de Port Lligat, de ahí la creatividad, imaginación y fantasía que emana de ellas.

La mayor parte de las obras que se exhiben fueron creadas previamente en cera por un Dalí reconocido ya en todo el mundo que tenía sesenta y cinco años de edad. Había experimentado con las tres dimensiones a comienzos de la década de los treinta, cuando creo sus primeros objetos surrealistas; sin embargo, no realiza esculturas modeladas con sus propias manos hasta el año 1969. Le fascinaba el contacto directo con esta materia debido a su ductilidad (en varias de sus composiciones pictóricas ya había manifestado su atracción por lo blando). La cera era adquirida en París, en el Quai Voltaire, en un comercio situado muy cerca del Museo del Louvre. Robert Descharnes, que califica estas obras de «papiroflexias de cera», comenta en el texto que acompaña el catálogo de la exposición que Dalí adoptó todo un ritual para crear estas esculturas: “tenía que ser a una hora precisa del día, fuera del taller, preferiblemente en verano y con sol. Así pues, a última hora de la mañana, después de las doce, Dalí abandonaba los pinceles y cambiaba el taller por el borde de la piscina”. Además, el calor del sol le facilitaban las tareas de modelado con la cera. Después, el proceso de transformación de la pieza a bronce se llevaba a cabo mediante la técnica de la cera perdida, una de las más antiguas que se conocen, lo que manifiesta una vez más el interés de Dalí por el mundo clásico.

Probablemente la escultura sea la faceta menos conocida del creador catalán, aunque siempre se sintió atraído por la investigación tridimensional, la materia, el volumen y el espacio, como pone de manifiesto su pintura e incluso sus textos. El propio artista, según explica Mª Teresa Serraclara en el catálogo, dijo en cierta ocasión que el descubrimiento de la tercera dimensión para la pintura era más importante que sus obras de Arte.

La exposición permanecerá abierta en las salas de exposiciones del Palacio Episcopal de Málaga hasta el 21 de julio de lunes a domingo en horario de 10:00 a 14:00 y de 18:00 a 21:00 horas.