El CAC Málaga, Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, acoge hasta el próximo 11 de abril una selección de pinturas del artista Carlos Durán. La exposición, que realiza un recorrido por lo más representativo de la trayectoria del pintor, es la primera de una serie de exhibiciones orientadas a mostrar en este espacio cultural del Ayuntamiento de Málaga el trabajo de destacados artistas malagueños de la actualidad.

La exposición de Carlos Durán (Málaga, 1949) reúne un total de diez pinturas realizadas entre 1981 y 2001 que sintetizan lo más característico de su trabajo. Los cuadros muestran la compleja evolución experimentada por su obra desde que comenzara su trayectoria adscrito a la llamada Nueva Figuración, al lado de artistas como Guillermo Pérez Villalta o Chema Cobo.

La práctica de la pintura y su relación con el entorno, el paisaje y las naturalezas muertas son los tres núcleos que articulan la obra de Durán. A través de estos temas el pintor reflexiona sobre los difusos límites que separan los conceptos de exterior e interior, realidad y subjetividad, pasado y presente, el mundo y su representación.

La actividad del pintor y su particular relación con lo que le rodea es el motivo principal de Taller (1981), Sin título (1982) y El pintor y la modelo (1983). En estas pinturas están presentes símbolos y metáforas a los que Durán ha recurrido con frecuencia a lo largo de su trayectoria, como es el cuadro dentro del cuadro, las sombras, la ventana y los reflejos.

El paisaje, posiblemente la vertiente más prolífica de Carlos Durán, es el género utilizado para la evocación de viajes (De Mystras a Via Giulia,1993) y, sobre todo, para la recreación de una Málaga en la que se mezclan, como ocurre con la memoria humana, fantasía, realidad y nostalgia (Villa Maya, 1997 e Interior, 1998). El Monte Sancha, El Limonar o Gibralfaro son algunos de los lugares fácilmente reconocibles en estos lienzos que, con el Mediterráneo como fondo constante, deja entrever una concepción poética del espacio, sus habitantes y de cómo el paso del tiempo los modifica.

Naturalezas muertas
Mesa del Pintor (1990) y Murano (2001) son los principales exponentes de las incursiones de Durán en el territorio de las naturalezas muertas, en los que los símbolos se multiplican y los significados no son siempre explícitos. En el primero de los casos, una mesa aparentemente inestable sostiene una constelación formada por un corazón, una caracola, un ojo, un libro, un jarrón y unos peces, indagando así de nuevo en la capacidad del pintor de representar la realidad.

El segundo ejemplo, Murano, es de nuevo la consecuencia de una estancia prolongada en la mítica Venecia. Evitando recursos obvios, Durán hace un retrato de lo exquisito y único de la ciudad a través de una de sus más preciadas manufacturas: el vidrio. A través de este elemento, sus reflejos y sus formas, el pintor vuelve a indagar, como ya hiciera en sus paisajes, en la melancólica idea del esplendor pasado, del encanto de lo antiguo y del carácter quebradizo como el cristal que el tiempo otorga a todo.

Carlos Durán estudió Arquitectura en Madrid y en Valencia, formación que ha influido de manera determinante a lo largo de su carrera artística. Sus exposiciones individuales más destacadas las ha realizado en la Galería Seiquer (1979), Galería Magda Belloti (1983), Galería Olivia Mara (1986), Galería Sephira (1993) y Galería Alfredo Viñas (1998 y 2001).

La exposición de Durán es la primera de una serie de actuaciones que el CAC Málaga ha previsto con el objetivo de mostrar las valiosas aportaciones de artistas malagueños al arte contemporáneo. David Delfín y Nono Bandera preparan actualmente sus intervenciones en este programa expositivo.