Probablemente una de las utop\u00eda m\u00e1s gastadas en las charlas sobre motivaci\u00f3n al personal sea aquella del disfrutar trabajando. Ya me perdonar\u00e1n, pero esto es imposible porque la simple palabra de trabajo, del lat\u00edn ‘tripaliare’, o sea, algo relacionado con tortura, nos desanima al o\u00edrla; somos un pa\u00eds que en vez de “vamos a trabajar”, decimos: “tengo” que trabajar. <\/p>\n
El tema est\u00e1 en la sem\u00e1ntica del lenguaje, por tanto hay que cambiar de palabra, que es m\u00e1s f\u00e1cil y econ\u00f3mico, si uno elige hacer algo que es lo que m\u00e1s le gusta y encima le pagan por ello, entonces vamos bien. <\/p>\n
Imag\u00ednese que a usted le pagan por estar en la cama a las nueve de la ma\u00f1ana o por aguantar la barra de un bar o por mirar escaparates o ir al cine, por ah\u00ed est\u00e1 el camino. <\/p>\n
Y una muestra muy clara de este paradigma lo tenemos en el f\u00fatbol, no se extra\u00f1e, ya lo ver\u00e1, aunque no jurar\u00eda que todos los que le dan al bal\u00f3n lo hagan divirti\u00e9ndose. <\/p>\n
Como profesor de Comunicaci\u00f3n me gusta leer las emociones en la cara de los dem\u00e1s, sobre todo lo que denominamos la Comunicaci\u00f3n no verbal, o sea, la aut\u00e9ntica forma de comunicarse porque es espont\u00e1nea, ya sabemos que los gestos, incluso las formas llegan m\u00e1s lejos que las palabras. <\/p>\n
Pues bien, les invito a que hagan de espectadores, observen a la gente y busquen sonrisas, la m\u00e1xima expresi\u00f3n de que uno se lo pasa bien, se traza en su cara moviendo menos de 17 m\u00fasculos y si alguien confirma esta idea es un genio del balompi\u00e9 llamado Ronaldinho Gaucho, siempre se r\u00ede o por lo menos sonr\u00ede. <\/p>\n
Entender el trabajo desde este concepto que evidencia aceptaci\u00f3n, motivaci\u00f3n, placer individual, profesionalidad e incluso ternura es el ideal de todo empresario. Claro que a lo mejor tiene algo que ver lo que gana. En mis m\u00e1s de 40 a\u00f1os de vida laboral he visto mucha gente m\u00e1s rica, pero m\u00e1s cabreada. <\/p>\n
Nos gusta la gente alegre, nos llegan aquellas personas que demuestran que les gusta lo que hacen porque, en el fondo, en nuestro deseo imposible de ser aceptados y tener \u00e9xito con todo el mundo, todos queremos ser mimados y que detr\u00e1s de la solicitud de cualquier cosa, se ligue un “gracias” unido a una sonrisa. <\/p>\n
No nos gustan los tristes porque nos contagian, y aunque no siempre aceptamos a la gente alegre porque en algunos bajos nos reflejan nuestras limitaciones, al menos nos ayudan a entender que quiz\u00e1s no todo el mundo es bueno, pero ser simp\u00e1tico es gratuito. <\/p>\n
L\u00e1stima que no todos pudi\u00e9ramos clonarnos en personas tan alegres como Ronaldinho, aunque le di\u00e9ramos peor a la pelota y nuestra cuenta corriente s\u00f3lo corriera lo justo. <\/p>\n
Pero si tuvi\u00e9ramos que explorar en el bosque de los deseos de cualquier empresario, descubrir\u00edamos que todos buscan trabajadores competentes y, si no llegan, que tengan la capacidad y la actitud para aprenderlas, que posean habilidades naturales, especialmente recursos, autonom\u00eda, comunicaci\u00f3n, si es posible una buena inteligencia emocional y compromiso, aunque el mejor valor a\u00f1adido es tener a alguien que sonr\u00ede mientras trabaja. <\/p>\n