El redactor ha de saber que su p\u00fablico no es menos inteligente que \u00e9l. (Mario Muchnik)<\/p>\n
No deja de llamar la atenci\u00f3n el auge que est\u00e1 adquiriendo el uso de expresiones hueras por parte de quienes, so pretexto de adaptar la lengua a una nueva realidad social, pretenden someterla a su indigencia postlogsiana, pre\u00f1ada de anacolutos, solecismos, redundancias y lugares comunes, a todo lo cual hay que a\u00f1adir la obsesi\u00f3n patol\u00f3gica por disfrazar conceptos, otrora, meridianamente claros, revisti\u00e9ndolos de un ropaje carnavalesco que mueve a la hilaridad. As\u00ed, en algunos centros oficiales, el tradicional y llano Atenci\u00f3n al p\u00fablico, que indicaba el mostrador o ventanilla adonde deb\u00edamos dirigir nuestras cuitas, ha sido sustituido -lo urgente se antepone a lo necesario- por el ampuloso Atenci\u00f3n a la ciudadan\u00eda, infinitamente m\u00e1s as\u00e9ptico en estos tiempos de ultracorrecci\u00f3n pol\u00edtico-ling\u00fc\u00edstica.<\/p>\n
Prosiguiendo nuestro deambular por diversos medios de comunicaci\u00f3n, observamos, perplejos, c\u00f3mo teleperorantes y dem\u00e1s colegas de profesi\u00f3n no cesan de alimentar una jerga supuestamente moderna (“Moda es lo que yo llevo”, debe de pensar m\u00e1s de un aprendiz de Oscar Wilde), en su intento de devaluar la norma gramatical, una antigualla, piensan, un cors\u00e9 que coarta su ya menguada capacidad de expresi\u00f3n. As\u00ed, por ejemplo, al dar cuenta de un suceso violento, leemos que “el individuo sac\u00f3 su cuchillo de entre sus ropas e intent\u00f3 agredir al efectivo del cuerpo armado”. Obviando la influencia del franc\u00e9s y del ingl\u00e9s, que utilizan el posesivo donde nosotros utilizamos el art\u00edculo, ser\u00eda conveniente recordar que efectivos designa a un colectivo (totalidad heterog\u00e9nea de medios de combate, es decir, de combatientes y de material con que cuenta una fuerza militar o policial) y, como tal, no puede utilizarse en singular ni numerarse. Llamar efectivo, pues, a un agente de orden p\u00fablico es, en palabras del a\u00f1orado L\u00e1zaro Carreter, tanto como “denominar orquesta al pianista o tripulaci\u00f3n a una azafata”, ilustrando el ejemplo con el famoso pasodoble de Las corsarias transformado de esta guisa: “Efectivo espa\u00f1ol,\/ efectivo valiente \u2026”.<\/p>\n
Un comentarista deportivo, refiri\u00e9ndose a un futbolista portugu\u00e9s que jugaba en un equipo espa\u00f1ol, afirmaba que “X hab\u00eda dado el salto a la pen\u00ednsula”; otro, que “tras el descanso, se iba a reanudar la segunda parte del partido”; al describir un encuentro entre dos equipos de la regi\u00f3n, se hablaba de duelo fraternal; aquel otro, proclamaba que el jugador “hab\u00eda entrado en los anales de la historia del f\u00fatbol”. O aquellas noticias acerca de los equipos que hab\u00edan salvado con vida a los expedicionarios; los numerosos municipios espa\u00f1oles que no sab\u00edan c\u00f3mo enjuagar sus deudas; los atascos irresolubles para llegar al centro de la ciudad; los problemas que van a aflorar a la superficie; el final definitivo de la violencia; el consumo de asteroides por parte de algunos deportistas; la masiva concentraci\u00f3n de ciudadanos y personas en el AVE, o el edificio v\u00edctima de un incendio. Aunque la ‘originalidad’ de hoy no dudamos en adjudic\u00e1rsela a “luchas intestinales en la derecha italiana”\u2026 \u00bfSe imaginan el tufo?<\/p>\n