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No es en los partidos pol\u00edticos donde est\u00e1n los que m\u00e1s saben de educaci\u00f3n (Juan de Isasa)<\/p>\n
Los numerosos – y enjundiosos – art\u00edculos publicados en las \u00faltimas semanas acerca de la feliz iniciativa del ministro \u00c1ngel Gabilondo de convocar un Pacto por la Educaci\u00f3n, son testimonio de la honda preocupaci\u00f3n que, ideolog\u00edas aparte, suscita la inquietante y compleja realidad de la ense\u00f1anza en nuestro pa\u00eds en todos sus niveles. No es mi intenci\u00f3n redundar en lugares comunes: indisciplina, desinter\u00e9s, ausencia de colaboraci\u00f3n, deslegitimaci\u00f3n del profesorado, crisis de valores, cuestiones que, reiteradas hasta la saciedad, aburrir\u00edan al paciente lector. El comentario de hoy intenta recopilar los puntos d\u00e9biles detectados en nuestro sistema educativo por diversas personalidades cuya probada competencia intelectual as\u00ed como su vinculaci\u00f3n a la docencia les convierte en interlocutores especialmente v\u00e1lidos a la hora de proponer soluciones.<\/p>\n
En l\u00edneas generales, existe coincidencia en cuanto a los objetivos que persigue todo proyecto educativo: educar, transmitir conocimiento, potenciar la cualificaci\u00f3n, despertar vocaciones, proporcionar nuevas v\u00edas a los alumnos menos dotados y voluntariosos, pero, adem\u00e1s, formar personas con conciencia c\u00edvica que compartan los valores universales proclamados en nuestra Constituci\u00f3n. Una vez admitido esto, si pretendemos hallar el remedio a los males que afligen a la ense\u00f1anza en nuestro pa\u00eds, debemos, en primer lugar, hacer el diagn\u00f3stico, es decir, qu\u00e9 nos pasa y por qu\u00e9 pasa, tras la experiencia de los \u00faltimos decenios, que han visto desfilar un plan tras otro, en ocasiones s\u00f3lo una mala copia de modelos fracasados en otros pa\u00edses – LGE, LODE, LOGSE, reforma de las Humanidades, LOE – que, reemplazados sucesivamente por el gobierno de turno, han generado una sensaci\u00f3n de incertidumbre, improvisaci\u00f3n y provisionalidad permanente. <\/p>\n
Un primer an\u00e1lisis nos llevar\u00eda a considerar, por ejemplo, la renuncia ("transferencia" suena m\u00e1s as\u00e9ptico) por parte del Estado a las competencias en materia de educaci\u00f3n, como una de las responsables de la fragmentaci\u00f3n del sistema educativo – "diecisiete sistemas, a cual m\u00e1s localista y rid\u00edculo" -, cuya reforma ha de ser integral y homog\u00e9nea, sin peculiaridades extempor\u00e1neas que s\u00f3lo conducen a la dispersi\u00f3n y a la confusi\u00f3n. As\u00ed que, en principio, y a\u00fan a riesgo de ser motejado de "centralista", habr\u00eda que abogar por la recuperaci\u00f3n de las susodichas competencias, pues la experiencia demuestra que, lejos de eliminar tensiones y diferencias, la descentralizaci\u00f3n las ha agudizado hasta hacer casi imposible el consenso.\u00a0 Asimismo, a la hora de buscar un recambio a nuestro decr\u00e9pito sistema educativo, debemos tener presente que no es factible aspirar a un buen nivel universitario sin una buena ense\u00f1anza media que, a su vez, ha de cimentarse – luego es demasiado tarde – en las etapas de infantil y primaria. El gran fallo – todos lo sabemos – est\u00e1 en las etapas preuniversitarias.<\/p>\n
Otra cuesti\u00f3n no menos balad\u00ed es resaltar la importancia del esfuerzo y el\u00a0 m\u00e9rito, hoy por hoy, conceptos trasnochados cuando no vergonzosamente devaluados en la comunidad educativa, incluidos algunos docentes, partidarios a toda costa del "caf\u00e9 para todos", que insisten tozudamente en la llamada "igualdad de oportunidades" (enti\u00e9ndase 'igualar por abajo') y en lo l\u00fadico como m\u00e9todo de aprendizaje, lo cual no excluye que, en determinadas circunstancias, se pueda aprender experimentando, al propio tiempo, cierta satisfacci\u00f3n intelectual, aunque ello no sea la norma, sino la excepci\u00f3n; antes bien, todos sabemos que se requieren largas\u00a0 horas de estudio, concentraci\u00f3n y dedicaci\u00f3n para conseguir resultados positivos. Insistamos, pues, en responsabilidades y obligaciones, en deberes y autoexigencia, aunque ello comporte, me temo, cierto tufillo\u00a0 impopular. Como afirma el profesor Fernando Fern\u00e1ndez M\u00e9ndez de And\u00e9s, rector de la universidad de Nebrija: "Somos en parte responsables – por omisi\u00f3n, complacencia o corporativismo – de los males actuales. Somos un ejemplo de la debilidad de la sociedad civil espa\u00f1ola".<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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