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Hace cien a\u00f1os nac\u00eda en Salzburgo, en el seno de una familia de la alta burgues\u00eda, uno de los directores de orquesta m\u00e1s famosos\u00a0 del pasado siglo, un personaje ambicioso\u00a0 que asimil\u00f3 e hizo suyas las tesis del nacionalsocialismo,\u00a0 al que estuvo tan estrecha y entusi\u00e1sticamente vinculado ("Das Wunder Karajan" – "el milagro Karajan", en palabras de Goebbels) – , imponiendo criterios est\u00e9ticos y empresariales basados en un sistema de valores que aplic\u00f3 a la incipiente\u00a0 industria de la m\u00fasica a partir de 1945 de forma implacable, en una demostraci\u00f3n de poder hegem\u00f3nico y autocr\u00e1tico que no contemplaba la alternativa ni la disensi\u00f3n ("Ser\u00e9 un dictador", afirmaba). <\/p>\n
La muerte del legendario Wilhelm F\u00fcrtwangler en 1954, permiti\u00f3 a Karajan acceder a la direcci\u00f3n vitalicia de la Filarm\u00f3nica de Berl\u00edn, responsabilidad que comparti\u00f3 con la Filarm\u00f3nica de Viena e incluso con la \u00d3pera de Viena, sin olvidar la creaci\u00f3n del elitista Festival de Salzburgo. Pero nada de esto habr\u00eda sido posible si Karajan, huido a Italia tras la guerra (pesaba sobre \u00e9l una orden de busca y captura) no hubiera trabado amistad con un empresario, Walter Legge, que le proporcion\u00f3 la posibilidad de realizar una serie de grabaciones para la EMI, con la Philarmonia Orchestra, espl\u00e9ndido conjunto compuesto por excombatientes brit\u00e1nicos. Esto supuso una experiencia profesional del primer orden, a la que se sum\u00f3 una gran visi\u00f3n de futuro, pues las grabaciones difundir\u00edan a escala global lo que hasta ese momento era patrimonio de unos pocos. A partir de entonces, en una ascensi\u00f3n rutilante (sus competidores estaban "bajo sordina"), Herbert von Karajan, un hombre obsesionado por la obediencia ciega de sus subordinados y dispuesto a ser el \u00fanico Karajan que conociera el mundo (\u00a1demand\u00f3 a su hermano mayor para que no utilizara el apellido!), multiplica sus actuaciones y registros sonoros, especialmente con la poderosa Deutsche Gramophon, de la que lleg\u00f3 a poner en el mercado m\u00e1s de 40 millones de discos, "un aut\u00e9ntico rey Midas del disco cl\u00e1sico".<\/p>\n
Naturalmente, para los aficionados que conocimos aquellos fr\u00e1giles y ruidosos discos de 78 rpm, la aparici\u00f3n del microsurco, capaz de 'almacenar' una sinfon\u00eda completa, supuso una verdadera revoluci\u00f3n que vino a modificar el concepto de grabaci\u00f3n discogr\u00e1fica, surgiendo, con ello un nuevo tipo de mel\u00f3mano capaz de contrastar versiones y de discutir, con m\u00e1s o menos fundamento, la calidad de tal o cual interpretaci\u00f3n. Adem\u00e1s, a finales de los a\u00f1os 50 y, sobre todo, en la d\u00e9cada de los 60, la expresi\u00f3n "m\u00fasica en conserva" deja de tener sentido, ya que las principales productoras (Decca, EMI , Philips, DG, Hispavox) sacan al mercado el gran repertorio l\u00edrico e instrumental, cuya progresiva difusi\u00f3n har\u00eda posible que obras e int\u00e9rpretes que, hasta hac\u00eda poco tiempo, s\u00f3lo pod\u00edan ser apreciados por una minor\u00eda, alcanzasen la categor\u00eda de universales. Y es a partir de aqu\u00ed, tambi\u00e9n, cuando se fragua la omnipresencia de von Karajan en el mundo del disco, situaci\u00f3n que conoce ahora un nuevo auge con motivo de su centenario, pues se anuncian multitud de reediciones, tanto en CD como en DVD, en un intento desesperado por parte de una industria venida a menos de sacar provecho del acontecimiento.<\/p>\n
Admito que hay que hacer un gran esfuerzo de objetividad e independencia para juzgar lo que fue y represent\u00f3 Karajan en el mundo de la m\u00fasica cl\u00e1sica, aunque pienso que yerran gravemente quienes le niegan su talento interpretativo, pues resulta evidente que nos hallamos ante un individuo singular, un ser superdotado para el que no existe t\u00e9rmino medio: o se le venera o se le odia. Para unos, convirti\u00f3 la Filarm\u00f3nica de Berl\u00edn en "la m\u00e1s perfecta m\u00e1quina de hacer m\u00fasica del mundo"; fue pionero en las t\u00e9cnicas de grabaci\u00f3n y, por supuesto, un perfeccionista, que s\u00f3lo admit\u00eda ser el n\u00famero uno en todo, ya fuera esquiar, escalar, navegar, pilotar aviones\u00a0 o conducir su deportivo. Sus ensayos eran "pulcros, intensos y numerosos", creando un estilo y un sonido sobre el que se asent\u00f3 la pujante industria del disco.<\/p>\n
Para sus detractores, en cambio, su m\u00fasica se caracterizaba por "una l\u00ednea perfecta de belleza artificial"; "era reaccionario por naturaleza" (excluy\u00f3 la m\u00fasica contempor\u00e1nea atonal); prohibi\u00f3 la entrada en los festivales de Salzburgo y de Berl\u00edn de una de las batutas m\u00e1s eminentes de los \u00faltimos lustros, Harnoncourt, cuando \u00e9ste empez\u00f3 a dirigir conjuntos con instrumentos de \u00e9poca, e impuso su ego en el mundo de la m\u00fasica cl\u00e1sica de tal forma "que aplast\u00f3 la independencia y la creatividad"; su legado es "regresivo". Norman Lebrecht, cr\u00edtico musical de la BBC y autor de El mito del maestro, es tajante: "Karajan est\u00e1 muerto. La m\u00fasica est\u00e1 mucho mejor sin \u00e9l".<\/p>\n