{"id":70310,"date":"2016-02-12T12:15:05","date_gmt":"2016-02-12T11:15:05","guid":{"rendered":"http:\/\/www.agendaempresa.com\/?p=70310"},"modified":"2018-01-09T19:11:21","modified_gmt":"2018-01-09T18:11:21","slug":"son-compatibles-dialogo-y-politica","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.agendaempresa.com\/70310\/son-compatibles-dialogo-y-politica\/","title":{"rendered":"\u00bfSon compatibles di\u00e1logo y pol\u00edtica?"},"content":{"rendered":"

No es una pregunta ret\u00f3rica, sino el fruto de una reflexi\u00f3n que muchos ciudadanos podemos habernos hecho a la vista de los resultados, tan in\u00e9ditos como esperados, de las \u00faltimas elecciones generales. Son in\u00e9ditos porque parecen haber quebrado la tradici\u00f3n del bipartidismo que, m\u00e1s o menos puro, se impuso desde la transici\u00f3n.<\/p>\n

En un escenario donde dos partidos destacan muy por encima de los dem\u00e1s en cuanto a n\u00famero de votos conseguidos, aceptamos que el que alcanza la mayor\u00eda est\u00e1 legitimado para gobernar, es decir, para poner en pr\u00e1ctica su programa. Sus partidarios se sienten vencedores y los dem\u00e1s aceptan el veredicto de las urnas porque \u00e9sas son las reglas del juego de la democracia.<\/p>\n

\"FotoPero en un escenario de multipartidismo donde hay varios partidos que alcanzan un n\u00famero de votos relevante, aunque insuficiente para gobernar, la situaci\u00f3n resultante parece necesitada de otras salidas. Es el caso que nos ocupa. Y resulta interesante, aunque s\u00f3lo sea porque nos obliga a ser creativos frente a soluciones anteriores que ya no funcionan. Porque, si nadie tiene una mayor\u00eda suficiente para gobernar por s\u00ed mismo o con peque\u00f1os apoyos, nadie puede sentirse con legitimidad para imponer a toda la sociedad su programa.<\/p>\n

En estas circunstancias empiezan a sonar palabras como \u201cnegociaci\u00f3n\u201d, \u201cacuerdo\u201d, \u201cpacto\u201d. Pero no son palabras que usen con facilidad los pol\u00edticos; tampoco agradan a los o\u00eddos de los ciudadanos. El que negocia o pacta parece ignorar las promesas contenidas en el programa: el pol\u00edtico se tendr\u00eda, entonces, por inconsecuente y el ciudadano se sentir\u00eda traicionado. Y surge la cr\u00edtica del ciudadano, tantas veces esgrimida, de que el pol\u00edtico s\u00f3lo quiere el poder, y que para conseguirlo est\u00e1 dispuesto a no reparar en medios y a sacrificarlo todo, incluso sus propias convicciones plasmadas en un programa pol\u00edtico.<\/p>\n

Las cosas no son, a nuestro parecer, tan sencillas en este nuevo escenario con cuatro partidos que se sienten \u201cganadores\u201d, pero incapaces de garantizar una mayor\u00eda para gobernar. Repetir las elecciones, que siempre es una posibilidad, previsiblemente va a producir pocos cambios. Es m\u00e1s, podr\u00eda entenderse como traicionar a una ciudadan\u00eda que se ha manifestado tan plural y que da por hecho que \u00e9se es el presupuesto para gobernar, le toque a quien le toque.<\/p>\n

Negociar y pactar ser\u00eda, entonces inevitable. Pero nos atrever\u00edamos a introducir un t\u00e9rmino m\u00e1s: di\u00e1logo. S\u00f3lo desde el di\u00e1logo se puede vivir en la diversidad de modo pac\u00edfico y con provecho. No un di\u00e1logo cualquiera, sino uno que tuviera \u00e9stas o parecidas caracter\u00edsticas:<\/p>\n

– Estar convencidos de que no poseemos, a ning\u00fan nivel, la verdad plena, y que podemos aprender de otros y enriquecernos -incluso cambiar- escuchando sus ideas.<\/p>\n

– Tener una actitud de escucha: hay que o\u00edr al otro, no preparando la argumentaci\u00f3n para rebatirlo, sino intentado comprender sus razones y poni\u00e9ndonos en su lugar.<\/p>\n

– Estar dispuestos a preguntar, no s\u00f3lo a afirmar de forma apod\u00edctica.<\/p>\n

– Dejar que un halo de sospecha planee sobre nuestras convicciones, si no para rechazarlas de plano, s\u00ed para corregirlas, matizarlas, enriquecerlas.<\/p>\n

– Estar dispuestos a escuchar incluso a los que est\u00e1n m\u00e1s lejos de nosotros, aunque creamos sus posturas irreconciliables con las nuestras.<\/p>\n

– Empezar poniendo el acento, no en lo que nos separa, sino en lo que nos une, y preguntarnos hasta d\u00f3nde podemos caminar juntos y cu\u00e1ndo comienzan las discrepancias.<\/p>\n

– Estar convencidos de que una convivencia respetuosa y pac\u00edfica entre los seres humanos es m\u00e1s importante que las ideas.<\/p>\n

– Evitar toda actitud de superioridad, que implica muchas veces minusvalorar al otro, cuando no desautorizarlo o despreciarlo.<\/p>\n

El di\u00e1logo no lo resuelve todo. Pero crea condiciones adecuadas y abre camino para avanzar en la b\u00fasqueda de soluciones compartidas, cuando no es posible que cada uno resuelva sus problemas por su cuenta y al margen de los otros, como ocurre en sociedades complejas.<\/p>\n

Despu\u00e9s habr\u00e1 que negociar y pactar, lo que supone renuncia por parte de todos a nuestras aspiraciones maximalistas. Es el precio a pagar por vivir en una sociedad plural. En ella, la \u00e9tica pol\u00edtica no es s\u00f3lo una \u00e9tica del poder que se conquista y se ejerce en servicio de la sociedad; es, adem\u00e1s, una \u00e9tica del di\u00e1logo: un di\u00e1logo que nos ayuda a buscar caminos juntos.<\/p>\n

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Ildefonso Camacho SJ<\/strong><\/p>\n

Universidad Loyola Andaluc\u00eda<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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