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La Biblioteca Nacional cerraba sus puertas una semana en enero para realizar su primer inventario en 20 a\u00f1os: m\u00e1s de 500.000 ejemplares revisados, los m\u00e1s sensibles entre sus 25 millones de documentos. Fondos modernos (desde 1830) y antiguos (hasta esa fecha), entre los que se cuentan incunables (previos a 1500), manuscritos, grabados, peri\u00f3dicos, fotograf\u00edas y un largo etc\u00e9tera integran el magn\u00edfico patrimonio con el que cuenta la primera biblioteca del pa\u00eds. El robo por parte de un investigador (\u00bf?) de origen uruguayo de 16 piezas de enorme valor (10 se han recuperado), puso injustamente en el punto de mira, tanto a una instituci\u00f3n que ejemplifica como ninguna la conservaci\u00f3n de nuestro patrimonio documental, como la valiosa labor de archiveros e investigadores. Pero la mezquindad de la acci\u00f3n de un desaprensivo -C\u00e9sar G\u00f3mez Rivero introdujo en sus incursiones entre 2004 y 2007 un c\u00fater, con el que mutil\u00f3 una decena de libros para llevarse un bot\u00edn de 16 documentos de valor incalculable y que vendi\u00f3 por medio mundo- no puede poner en entredicho todo lo que el patrimonio documental significa. Ante este acercamiento de los medios de comunicaci\u00f3n en un momento tan poco afortunado, es necesario ensalzar a quienes, a diario, en una labor silente desarrollada a lo largo de los siglos, custodian y ponen a disposici\u00f3n de los investigadores e investigadoras ese rico patrimonio: los archiveros y bibliotecarios. Como tambi\u00e9n es justo elevar la categor\u00eda de quienes act\u00faan de puente entre esta riqueza documental y la sociedad en general: las miles de personas que, sentadas durante horas ante los documentos, escarban en las entra\u00f1as de nuestra historia para interpretar nuestro pasado y enriquecer nuestra comprensi\u00f3n del presente.<\/p>\n
Andaluc\u00eda posee una riqueza archivista envidiable. Por una parte, los grandes archivos: el Archivo General de Indias, con renombre internacional; el Archivo General de Andaluc\u00eda, en Sevilla; o el Archivo de la Real Chanciller\u00eda de Granada. Por otra, los diocesanos, como los de los Arzobispados de Sevilla y Granada o el Episcopal de C\u00e1diz, sin olvidarnos de los privados, caso del gran Archivo de la Casa de Medina Sidonia, en Sanl\u00facar de Barrameda (C\u00e1diz) o del Archivo Casa de Medinaceli, reclamado por la Junta de Andaluc\u00eda durante a\u00f1os, cuyos originales fueron trasladados al Hospital Tavera de Toledo, estando accesibles los documentos microfilmados en el General de Andaluc\u00eda. Ello, sin mencionar los innumerables Archivos Municipales.<\/p>\n
Adem\u00e1s, la introducci\u00f3n de las nuevas tecnolog\u00edas ha cambiado el acceso a este patrimonio de los profesionales. En efecto, el recuento de la Biblioteca Nacional ha coincidido con la creaci\u00f3n de la Biblioteca Digital Hisp\u00e1nica, que ofrecer\u00e1 a trav\u00e9s de la Red y en varios idiomas el texto completo de muchas de las obras atesoradas por esta instituci\u00f3n. El proyecto concluir\u00e1 en 2010, cuando est\u00e9 plenamente en marcha una ambiciosa Biblioteca Digital Europea. Pero no es la \u00fanica, como evidencia el PARES (Portal de los Archivos Espa\u00f1oles), donde est\u00e1n volcados buena parte de los fondos de multitud de archivos, como el del Indias, Simancas o el Hist\u00f3rico Nacional. Tambi\u00e9n los archivos privados (Medina Sidonia) y los eclesi\u00e1sticos (Archivo Diocesano del Arzobispado de Sevilla) est\u00e1n optando por la digitalizaci\u00f3n para facilitar la labor de los profesionales de la investigaci\u00f3n y conservar sus documentos. <\/p>\n
Por otra parte, la escasa importancia que la sociedad en general otorga al patrimonio documental responde tanto a un desconocimiento sobre su val\u00eda, como a una extra\u00f1a confusi\u00f3n entre el contenido y el continente: documentos y edificios. Las jornadas de puertas abiertas organizadas por estas instituciones tratan de paliarlo, pero a\u00fan queda camino por recorrer en la labor de acercamiento social a nuestro patrimonio documental. En este sentido, la incertidumbre sobre el proyecto de rehabilitaci\u00f3n de la Real F\u00e1brica de Artiller\u00eda de Sevilla (mandada a construir por Carlos III en 1782) para convertirla en las sedes del Archivo Hist\u00f3rico Provincial de Sevilla, responsabilidad del Estado, y el General de Andaluc\u00eda, de la Junta de Andaluc\u00eda, no ayuda mucho. Ni es de recibo que estos archivos lleven a\u00f1os en un sede inadecuada que les obliga a depositar casi todos sus fondos en un almac\u00e9n, con el perjuicio para los investigadores, ni tampoco que se pierda un edificio de gran valor hist\u00f3rico.<\/p>\n
Tal vez, durante la pr\u00f3xima Semana Santa, \u00fanica en sacar del letargo a la sociedad andaluza en ocasiones, se produzca el milagro e iniciativa privada y p\u00fablica se vuelvan a dar la mano para acometer un proyecto muy necesario, como ya hicieran hace cinco a\u00f1os con la Iglesia de El Salvador que, este mes, volver\u00e1 a consagrarse como templo finalizada su rehabilitaci\u00f3n. De paso, podr\u00edan acordarse de otras tantas iglesias andaluzas, como la de Santa Catalina de Sevilla, que necesita 3,5 millones de euros para sacarla de su abandono.<\/p>\n