Llevo alg\u00fan tiempo haci\u00e9ndome preguntas, acerc\u00e1ndome al tema, no sin ataques de escalofr\u00edos, momentos de sorpresas y retortijones de tripas. Antes, en mi pa\u00eds, las industrias m\u00e1s importantes produc\u00edan vino, aceite, conservas de alimentos. Hoy es negocio ping\u00fce ‘producir’ cotilleo que como los de aquella vecina de enfrente, en aquel primer pisito que disfrut\u00e9 tras mi boda en un edificio con patio central y vecinas asomadas a las ventanas, para fiscalizar mi vida y la de los convecinos, digo que como los de \u00e9stas, muchas veces se cimientan en infundios, se sustentan en mentiras, se alimentan de calumnias, y se pasean por la frivolidad y la superficialidad con una tranquilidad que hasta espanto produce. Pero es que aquella vecina de turno no cobraba, lo hac\u00eda por puro amor al arte, por vicio tal vez, o por entretener en aburrimiento, y su \u00e1mbito de influencia era relativamente reducido. Pero el negocio del cotilleo en los medios mueve miles de euros y, por lo visto, y dado que los que tienen -grandes y chicos- unas horitas de pantallas a su disposici\u00f3n, deben sacarle una buena pasta, pues ampl\u00edan el zool\u00f3gico continuamente, y la cuenta de resultados no debe pintarles mal.<\/p>\n
As\u00ed que hoy, cuando intento poner por escrito estas reflexiones a vuela pluma he dudado por vez primera en esta cita mensual, si irme al tabanco, como es mi costumbre o irme a la fruter\u00eda del barrio, que puedo asegurar que es el mentidero m\u00e1s sabroso, si queremos enterarnos de las idas y venidas de vecinos y vecinas y de todos los bulos, chismes y dem\u00e1s retales del respetable que vive en nuestras calles y que all\u00ed pierde toda la respetabilidad. Total que, como prueba de laboratorio, naturalmente sin valor cient\u00edfico, me he pasado por all\u00ed con la excusa de comprar dos lechugas y unas fresas, antes de terminar dirigi\u00e9ndome al tabanco como de costumbre. Tres se\u00f1oras estaban por delante en el despacho, y he tenido que esperar veinte minutos hasta ser servido. Camino del tabanco me preguntaba si esta tertulia espont\u00e1nea era reflejo de alg\u00fan programa -de uno de los muchos- de chismorreo televisivo nacional, o viceversa, si es que el negociante televisivo no hace m\u00e1s que copiar lo que el pa\u00eds va a terminar por patentar como se\u00f1a de identidad propia.<\/p>\n
Cuando cuento mis cuitas a Felipe -el tabanquero que ya conocen ustedes por estas l\u00edneas- me dice que hay mucho aburrido en este pa\u00eds de evasiones tan burdas. Hoy no he tenido suerte y la parroquia escasea en el tabanco, que si estuviera Antonio, le echar\u00eda la culpa al paro y tendr\u00eda material original sobre la materia, pero es que si estuviera Pepe, como otras tardes, centrar\u00eda su discurso en que los ‘poderes f\u00e1cticos’ -que as\u00ed se expresa- est\u00e1n interesados en tenernos entretenidos con estupideces para que no nos cuestionemos sobre los problemas reales del pa\u00eds que no son, sin lugar a dudas, el que tal futbolista y tal se\u00f1orita sin profesi\u00f3n declarada, est\u00e9n liados, o lo que Lola Flores -\u00a1que en paz descanse! \u00a1que ya est\u00e1 bien y se lo merece!- hiciera esto o aquello hace ya demasiados a\u00f1os. <\/p>\n
Y yo, que soy periodista, de los de unos cuantos a\u00f1os de profesi\u00f3n a las espaldas, que entr\u00f3 en esto por una vocaci\u00f3n determinada, que se pas\u00f3 prepar\u00e1ndose unos cuantos a\u00f1os en la Universidad, y que se curti\u00f3 en aquellos a\u00f1os de la transici\u00f3n en los que tantos compa\u00f1eros hicieron por esta Espa\u00f1a nuestra m\u00e1s de lo que se les reconoce, me quedo enmara\u00f1ado en cientos de preguntas sin respuesta. Al final, y para da\u00f1o de la democracia, los periodistas estamos perdiendo credibilidad, y las encuestas no nos favorecen en absoluto. Como dec\u00eda Fernando Gonz\u00e1lez Urbaneja -presidente de la Asociaci\u00f3n de la Prensa de Madrid- en una reciente conferencia en el Club Siglo XXI, “en este negocio perder credibilidad es lo peor que puede ocurrir. La credibilidad de los medios es el mayor desaf\u00edo para los periodistas, es el ox\u00edgeno necesario para vivir”. Y vestir de periodismo de investigaci\u00f3n -\u00a1palabras mayores!- el seguimiento de un caso durante semanas para tener enredada a la audiencia y clavada ante la pantalla, sin muchas bases y con mucho mareo de la perdiz, no aporta nada a la seriedad del periodismo que much\u00edsimos otros ejercen con responsabilidad y, claro, menos brillo. No es noble aprovechar el vicio nacional del cotilleo, para no llegar a ning\u00fan sitio serio.<\/p>\n
Y, perd\u00f3neme usted, querido amigo y compa\u00f1ero, Fernando Segundo, vecino en estas p\u00e1ginas, pero d\u00e9jeme usted que comparta el tema que a los dos nos preocupa. D\u00e9jeme que reivindique en estas p\u00e1ginas nuestra profesi\u00f3n y que deje sentado que las formas -y los formatos- son tambi\u00e9n importantes, para rescatar nuestra profesi\u00f3n de la mara\u00f1a y darle a cada cosa su sitio. El presidente de los periodistas dec\u00eda en la citada conferencia, algo importante. Que hay tambi\u00e9n “confusi\u00f3n de formatos, muy frecuentes en las televisiones. La televisi\u00f3n tiene que ver con el periodismo, pero no es s\u00f3lo periodismo, ni mucho menos. Precisamente por eso convendr\u00eda se\u00f1alar o se\u00f1alizar mejor los g\u00e9neros. Herramientas del periodismo puestas al servicio del entretenimiento producen resultados inquietantes; por ejemplo, pasar como real lo que es ficci\u00f3n o artificio. Cuando hechos espectaculares, noticiosos, se ponen al servicio del entretenimiento se estropean la informaci\u00f3n y el espect\u00e1culo. Las noticias en las noticias. El incendio de Windsor cuando es noticia palpitante no puede convivir con salsa rosa, por m\u00e1s que los protagonistas de ese espacio de \u00e9xito se vistan de periodistas y dejen sus otras galas. Cuando el crimen de Alc\u00e1sser se convirti\u00f3 en motor de los programas de entretenimiento se llevaron por delante un mont\u00f3n de viejas buenas normas que soportaban la credibilidad. La informaci\u00f3n es un hecho relevante que requiere cierto ropaje, cierta liturgia, formato propio y definido, tiene reglas escritas e impl\u00edcitas. Reglas que sabemos… Meterla en otros formatos es dar gato por liebre”.<\/p>\n
Y si, para entretenernos, que tambi\u00e9n es necesario, usamos otros m\u00e9todos que no sean los del cotilleo barato, y el despiste por la tangente, mucho mejor. Eso lo digo yo, por el periodismo, por el espect\u00e1culo, por nuestra propia madurez. Queda dicho. <\/p>\n