{"id":855,"date":"2004-12-31T23:00:00","date_gmt":"2004-12-31T23:00:00","guid":{"rendered":"http:\/\/informaria.info\/?guid=a52634d90677496a9392852946bea953"},"modified":"2018-01-09T18:36:22","modified_gmt":"2018-01-09T17:36:22","slug":"un-ramo-de-flores-para-el-ano-nuevo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/www.agendaempresa.com\/855\/un-ramo-de-flores-para-el-ano-nuevo\/","title":{"rendered":"Un ramo de flores para el a\u00f1o nuevo"},"content":{"rendered":"

La pintura ha utilizado los s\u00edmbolos desde tiempos inmemoriales. Los objetos, colores, gestos o incluso las relaciones entre la luz y las sombras, en cada cuadro, nos dan pistas, nos sugieren referencias cuyas claves a veces se nos escapan. Entre los s\u00edmbolos m\u00e1s difundidos, la flores aportan una seducci\u00f3n particular, en la que la belleza de la materia se une al refinamiento de la forma. Su significado legendario, independientemente de las im\u00e1genes, contin\u00faa impregnando la memoria y perdura en las costumbres o las supersticiones…<\/p>\n

Todo empez\u00f3 cuando el dios J\u00fapiter, padre del peque\u00f1o H\u00e9rcules, tuvo la idea de colocar a reci\u00e9n nacido -hijo de la ninfea Alcmena- en los brazos de su esposa leg\u00edtima, Juno, para que pudiese alimentarlo. Esta, que dorm\u00eda en el espacio celeste, no prest\u00f3 la atenci\u00f3n debida y de su seno se escaparon algunas gotas de leche… As\u00ed fue como, seg\u00fan la leyenda, naci\u00f3 la V\u00eda L\u00e1ctea, como un polvo de luz. Pero otras gotas de leche cayeron m\u00e1s abajo, hasta llegar a la tierra, donde se transformaron el flores, de una blancura resplandeciente: las azucenas, marcadas para siempre con el sello divino.<\/p>\n

Esto no es m\u00e1s que un aspecto de la historia y se constata a menudo un paralelismo entre las leyendas cristianas, nacidas de textos ap\u00f3crifos y los temas desarrollados por la mitolog\u00eda cl\u00e1sica. Y as\u00ed, otra narraci\u00f3n explica la aparici\u00f3n de la azucena en el contexto b\u00edblico. Cuando Dios expuls\u00f3 a Ad\u00e1n y Eva del Para\u00edso, \u00e9sta llor\u00f3 amargamente durante todo el camino y sus l\u00e1grimas, al ritmo de sus pasos, se transformaban en azucenas..<\/p>\n

Se comprende pues por qu\u00e9 el arc\u00e1ngel Gabriel, en la escena de la Anunciaci\u00f3n, es representado con una azucena en su mano. La flor que, por su claridad absoluta, simboliza la virginidad de Mar\u00eda, recuerda el pecado original en el momento en que comienza la historia de la Redenci\u00f3n. Y tambi\u00e9n Cristo, en el Juicio Final, tiene en su mano derecha una azucena, mientras que en la izquierda esgrime una espada: la azucena para el perd\u00f3n, la espada para el castigo.<\/p>\n

La maldici\u00f3n divina, en el momento de la Ca\u00edda del hombre, tuvo tambi\u00e9n otros efectos bot\u00e1nicos e hizo surgir espinas del suelo. Estas espinas se unieron despu\u00e9s a la rosa que, seg\u00fan San Ambrosio, no hab\u00eda tenido antes. Esta flor, consagrada en la antig\u00fcedad a Venus, debido a su belleza y a su delicado perfume, pas\u00f3 luego a formar parte de los atributos de la Virgen. <\/p>\n

Las espinas, im\u00e1genes de las heridas infligidas por el amor, se convirtieron en crueles recuerdos de la desobediencia a Dios y de sus consecuencias… Todav\u00eda hoy, ofrecer rosas rojas es un signo de amor apasionado, tanto m\u00e1s si se considera que estas flores, blancas en su origen, nacieron de la sangre de Venus, que se hiri\u00f3 un pie en una espina, cuando acud\u00eda a reunirse con Adonis, cuando \u00e9ste exhalaba su \u00faltimo suspiro…
A todo esto hay que a\u00f1adir que todas las flores, sea cual fuere su naturaleza o su color, participan en una reflexi\u00f3n sobre la brevedad de la vida e incitan, en ciertas naturalezas muertas llamadas “vanidades”, a meditar sobre la calidad a la vez maravillosa y ef\u00edmera de la existencia terrestre. Las dos nociones permanecen \u00edntimamente ligadas, tan inseparables como las dos caras de una medalla. <\/p>\n

El clavel nos da otro ejemplo de esta ambivalencia de los s\u00edmbolos. Considerado en la antig\u00fcedad por los griegos como “flor de los dioses”, se propag\u00f3 en nuestros jardines -y en nuestros cuadros- a finales de la Edad Media. En esa \u00e9poca su color era de un rosa p\u00e1lido y se ve\u00eda en \u00e9l un s\u00edmbolo de la carne. El clavel se convirti\u00f3 pues en la flor de la Encarnaci\u00f3n. La palabra inglesa que lo designa -”carnation”- conserva todav\u00eda ese recuerdo. Pero sus p\u00e9talos, algo desordenados, como desgre\u00f1ados, recuerdan tambi\u00e9n las cabezas de los clavos forjados por los artesanos, con sus formas irregulares y dentelladas… La imagen de Cristo en la cruz y los instrumentos de la Pasi\u00f3n se a\u00f1ade a la de la vida que aparece. Una vez m\u00e1s, final y comienzo se contraponen y se completan…<\/p>\n

Este es por otra parte el principio del texto de Ovidio, Las Metamorfosis, que nos cuenta, en magn\u00edficas historias, el origen de la naturaleza tal como la vemos cada d\u00eda: los dioses, conmovidos por la miseria de los hombres, la calman transform\u00e1ndola. En cada flor resuena el eco de una vida pasada, en cada desaparici\u00f3n se inscribe el signo de un nuevo nacimiento, cada d\u00eda que se acaba anuncia la promesa de una metamorfosis… <\/p>\n

francoisegall@aol.com <\/em><\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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