Ana Muñoz. Consejera independiente de empresas

Estoy en el CCIB, el Centro de Conferencias Internacional de Barcelona, viendo a 700 mujeres del mundo entero salir de la conferencia de IWF (International Women’s Forum)(*) que ha terminado hoy. IWF reúne a mujeres líderes del mundo entero, y han venido a Barcelona para celebrar la conferencia anual de la asociación.

Impresiona ver la energía de estas mujeres que han venido de todo el mundo, desde Australia y Singapur, Europa y América. Hemos hablado de creatividad, de Ciudades Inteligentes, del futuro del euro, de la Revolución Industrial 4.0 y de la tecnología 5G, de la moda y de cómo está migrando desde las tiendas al mundo digital; de la educación de las niñas.

De todo lo que he escuchado y aprendido en estos días, quiero intentar plasmar lo que creo que podemos aplicar a nuestro país.

De entrada, sí, es cierto, todavía hay pocas directivas en la empresa española. En el conjunto del Estado todavía están en un 15%, aproximadamente; una cifra que contrasta con el 24% de cargos directivos femeninos en empresas europeas. Todo ello, en un contexto en que la brecha salarial es aún considerable: en 2017, el salario medio de las mujeres en España fue un 29% inferior respecto al de los hombres.

Mirando los consejos de administración de las principales compañías de nuestro país, observamos cómo el avance de la mujer se ha frenado, congelándose en poco más del 23% la presencia femenina en los centros de decisión del Ibex 35.

Pero dejando de lado el IBEX, lo cierto es que, viendo el vaso medio lleno, podemos decir que cada vez hay más mujeres directivas en la empresa española, y la que la cosa va en rápido aumento. Y eso es porque cada vez hay más mujeres preparadas para asumir el liderazgo.

Ahora, solo se trata de ponérselo un poco más fácil: ayudarles para que se lo crean, que sepan que pueden hacerlo. No tienen por qué ser “súper mujeres”, pero es cierto que deben aprender a gestionar muy bien su situación personal, sobre todo cuando hay hijos.

Y aquí es donde todos debemos ayudar, para que las directivas puedan superar el “valle de la muerte”, que a menudo las lleva a renunciar a puestos de liderazgo en favor de dedicar más tiempo a sus hijos o a personas dependientes.

Las empresas también se lo tienen que creer: es suicida ignorar el talento de la mitad de la población, pero tienen que ayudar para que las mujeres puedan trabajar y tener una vida personal. Ideas como proporcionar guarderías dentro de la empresa, dar permisos de maternidad (pero también de paternidad) o permitir el trabajo flexible, deben estar en todas las mesas de los directores de Recursos Humanos para proponerlos a sus consejos, donde, dicho sea de paso, también empieza a haber más mujeres.

La generación millennial, que empieza a tener responsabilidad, ya lo ve distinto: cada vez hay más hombres que entienden que la familia es un proyecto de dos personas y quieren participar de lleno en ese proyecto, cogiendo el permiso de paternidad y dedicando tiempo a sus hijos. Esta generación ha visto a sus madres trabajar y eso les da una base para actuar de otra forma.

El nuevo Decreto Ley de marzo del 2019 quiere ayudar en este sentido, y es bienvenido. Pero en España estamos demasiado acostumbrados a “cumplir” porque nos obliga la ley.

Las empresas deben ver que ganan con la diversidad, ganan cuando ayudan a sus empleados a tener una vida personal rica, a poder tener tiempo para sus hijos, y ganan también cuando hacen todo lo posible por cerrar la brecha salarial que arrastramos desde hace décadas.

Conferencias como la de IWF ayudan a tener una visión a largo plazo. A saber que podemos -y debemos- hacer este esfuerzo, que la sociedad será mejor si todos colaboramos con este objetivo.

(*) La Cornerstone Conference del International Women’s Forum (IWF) tuvo lugar del 10 al 12 de abril.

 

Ana Muñoz Ana Muñoz2

Consejera independiente de empresas

 

 

Artículo incluido en el especial ‘Hacia una paridad real’ del número de mayo de la revista Agenda de la Empresa