El sentimiento de frustración de un niño jugando a un videojuego puede apreciarse fácilmente. De hecho, mi hijo juega al Fortnite y en más de una ocasión he tenido que hablar con él para que se tranquilice al perder una partida. Me ha enseñado el juego y las reglas y qué le ocurrió en la partida. Le gusta aprender nuevos trucos y mejorar, para lo que accede a canales de YouTube e información adicional del juego para conseguir esas aptitudes. Para nosotros, los padres, es importante que sepa establecer expectativas correctas y pueda enfrentarse a realidades no deseadas.

Si no te suena el juego Fortnite, te voy a ayudar a conocerlo, al menos lo que éste supone. Estamos en tiempo de Roland Garros, un torneo de tenis que nos es próximo por las veces que ha sido conquistado por Rafael Nadal. El ganador de este torneo tiene una gratificación económica de 2,2 millones de euros. Sin embargo, existe una liga mundial del juego Fortnite, cuyo ganador es recompensado con la cifra de 2,672 millones de euros. Es decir, que supera al torneo de tenis y otros como el Master de Augusta de Golf, Tour de Francia, etc. Es el mundo de los e-Sports.

Detrás de este videojuego hay una empresa, se llama Epic Games. Comenzó a ofrecer el juego de forma gratuita y está conquistando el mundo. En breve entrará en el mercado chino y en el ejercicio 2018 generó beneficios superiores a los 2.600 millones de euros, casi como Iberdrola. Son empresas que están a nuestro alrededor y satisfacen necesidades de los consumidores que cambian a medida que avanzamos.

Lo que no cambia es la rentabilidad de los activos de la economía a lo largo de la historia, siendo el activo más rentable la renta variable frente a las obligaciones, bonos, letras y el mercado inmobiliario residencial. Se han analizado en 16 economías desarrolladas durante 145 años, período que comprende desde 1870 hasta el año 2015, el tipo de retorno generados por los activos de la economía (“The rate of return on everything 1870-2015”). Los investigadores pertenecen a la Reserva Federal, el Bundesbank y universidades de Bonn y California.

¿Cuáles son los resultados? Descontando la inflación, que como sabemos merma en silencio nuestro patrimonio, los activos con riesgo, la renta variable y los activos inmobiliarios generan rentabilidades netas de promedio anual del 7%. Por otro lado, los activos sin riesgo, los bonos y letras del tesoro, obtienen una renta neta anualizada inferior: 2,5% para los bonos e inferior al 1% para las letras del tesoro. Eso sí, una mayor volatilidad o movimientos bruscos en los precios de la renta variable frente a los activos inmobiliarios.

Lo cierto es que si tengo un patrimonio y quiero conservarlo a largo plazo, o bien, quiero construirme un patrimonio a largo plazo -estoy pensando en más de 10 años desde hoy-, hay una activo en el que tengo que estar: se llama renta variable. Lo puedo hacer utilizando herramientas que me permitan diversificar y ajustar mis necesidades a mis objetivos, mis posibilidades de acceso a la misma, su seguridad, su liquidez, su transparencia. Se llama Fondo de Inversión, y éste invierte, tanto en e-Sports como en Iberdrola, como en activos inmobiliarios.

Como los tiempos cambian, las rentabilidades sin riesgo desaparecen y aparece el riesgo sin rentabilidad. Una expectativa en la toma de decisiones financieras errónea nos puede llevar a un frustración no fácil de aceptar, a no ser que alguien te acompañe en ese camino y te ayude a decidir si prefieres Fortnite o Roland Garros.

 

Juan Francisco Martín Báñez WEB Juan Francisco Martín Báñez

EFA European Financial Advisor

Asociado EFPA 12099

 

Artículo incluido en el número de junio de la revista Agenda de la Empresa