A finales de mayo, fallecía Eduard Punset. Un personaje poliédrico y fascinante. Dueño de un don espectacular para explicar, y que otros supieran hacerlo cuando los entrevistaba, cuestiones de indudable profundidad científica e intelectual como el universo, la vida, la condición humana, su evolución, su futuro.

Esa capacidad para pensar, hablar (y entender y traducir) y expresarse de manera sencilla, cercana y didáctica sobre cuestiones de calado corresponde a un talento extraordinario para la comunicación y, más en concreto, para el periodismo. De hecho, ha sido ahora, en los obituarios que se han escrito sobre Punset, cuando se ha recordado que trabajó como redactor económico para la BBC y fue responsable de Economía de la edición para América Latina de The Economist.

Ello le ayudó, sin duda, a dirigir y protagonizar más tarde en RTVE, y durante 18 años, “Redes”, uno de los mejores programas de periodismo científico (o divulgación científica) que se han hecho nunca. En castellano, el mejor. Y no creo que exagere mucho. Me voy a arriesgar.

Junto a esto, Eduard Punset conoció también a fondo la arquitectura institucional española y europea en su calidad de ministro de Relaciones con las Comunidades Europeas, a principios de los ochenta (una utilidad impagable), y fue un reputado especialista en el impacto de la tecnología en la vida humana que ejerció de profesor en el IQS y ESADE, así como de asesor en COTEC.

Todo, con esa capacidad pedagógica con la que se entendía, y se hacía entender, sin esfuerzo aparente y sin muchos “papeles” por delante. Ya conocen el clásico: no hay ninguna improvisación brillante y elocuente sin una exigente preparación previa. Viene esta reflexión sobre la didáctica y la pedagogía porque el carácter cada vez más gaseoso de la comunicación -la inmediatez y la insustancialidad dominan los canales populares, esto es, los medios sociales– abona el campo para la errónea (por las buenas)  o falsa (a las malas) interpretación de todo tipo de hechos y declaraciones, como hemos visto casi a diario en estos largos meses donde las campañas electorales han dominado todos los escenarios posibles.

No se trata de entrar en el ya anticuado debate sobre si la propia naturaleza de las redes sociales (nos guste o no, son medios, otro tipo de medios, con su propio código y naturaleza) impide la profundidad de las argumentaciones, sino en la precisión y la sencillez, en forma y fondo, para explicar e interpretar cuestiones complejas para hacerlas llegar a quien nos escucha.

Esto es algo que los periodistas especializados (¡los económicos somos muy conscientes de ello!) conocen perfectamente y una gran mayoría, en su ejercicio profesional, saben cómo hacerlo.

Y es algo que también saben los directores de comunicación sobre la información corporativa (o la opinión institucional) que se da en las empresas e instituciones: la necesidad de explicar de la mejor manera, es decir, didáctica y pedagógica, esa información u opinión. En otras palabras, saber contar la empresa o la institución lo que hace o lo que cree y qué aporta a la sociedad, con esa sencillez y precisión.

Con ello, siempre aumenta la credibilidad y el convencimiento, al margen de que se comparta o reconozca más o menos la causa de la empresa o la institución y eso era lo que lograba perfectamente Punset: explicar e interpretar con naturalidad y pedagogía cuestiones complejas y con las que muchos no estaban de acuerdo pero compartían y reconocían su trabajo.

En eso, el catalán era -y seguirá siéndolo- un referente para la comunicación y el periodismo.

 

Francisco J. Bocero WEB Francisco Bocero

Director de Comunicación de CEA

@PacoBocero

 

Artículo incluido en el número de junio de la revista Agenda de la Empresa