El pasado 13 de junio, tuve el honor de inaugurar las primeras jornadas, organizadas por UGT Andalucía, bajo el título: ‘La UGT: Reconstruyendo nuestra memoria colectiva’. Es una obligación moral recordar nuestra historia reciente y homenajear a los hombres y mujeres que dieron su vida para que hoy podamos vivir en libertad y con derechos. Y más, cuando muchos de ellos y ellas están todavía hoy, ocho décadas después del golpe de estado franquista, enterrados en cunetas y fosas comunes.

Es una cuestión de justicia social que las familias que así lo deseen, sepan dónde están sus padres y abuelos, y puedan darles un funeral digno. Es necesario el reconocimiento y resarcimiento de la dignidad de las víctimas y sus familias, pero, si me lo permiten, es también una cuestión de supervivencia de nuestros valores democráticos: “Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla”. Esta sentencia literaria, del filósofo y político argentino Nicolás Avellaneda, en el siglo XIX, está hoy plenamente vigente. Y no solo en España. Más relevante es el aumento de los populismos y la extrema derecha en el resto de Europa que, tras las recientes elecciones del 26M al Parlamento Europeo, conforman el segundo grupo más numeroso, tras haber perdido populares y socialdemócratas la mayoría absoluta.

Pero volvamos a dar pasos en la reconstrucción de la memoria colectiva de España. Muchos de esos defensores de la libertad eran ugetistas; asesinados por sus ideas, por extender la educación y la cultura desde las Casas del Pueblo, por exigir unas condiciones dignas de trabajo en las fábricas y en el campo, por reivindicar la igualdad en todos los ámbitos.

Fueron asesinados, robadas sus propiedades, humilladas sus familias, o represaliados tras el golpe militar del 36. Tenemos muchos testimonios de la represión que sufrieron. Bastaba calificar de “extremista” a algún trabajador para que fuera despedido, detenido, o incluso fusilado. Asesinaban a socialistas, comunistas, maestros, artistas, homosexuales… y a los que no capturaban, las represalias se dirigían contra sus familiares.

Quiero expresar mi reconocimiento y agradecimiento a todos los compañeros y compañeras que han defendido y preservado esta organización, pagando por ello con su vida o con su libertad. Jornadas sobre la Memoria Colectiva; el archivo histórico de la Fudepa, o la elaboración de los libros sobre las Casas del Pueblo (el pasado 25 de junio se presentó el de Jaén) servirán para que nunca más olvidemos el trabajo y el sacrificio que tuvieron que realizar en su lucha por la justicia y la libertad.

Los ugetistas de hoy, herederos de aquella lucha, no renunciamos a nuestro pasado, a nuestras señas de identidad, a reivindicar el reconocimiento histórico de quiénes lucharon por conquistar los derechos y libertades que nos han permitido vivir en un modelo social más justo.

El estado democrático tiene una deuda con ellos, pero también con la ciudadanía, que tiene el derecho a conocer la verdad de la represión franquista, de los asesinatos en masa y del historial de persecución llevado a cabo por la dictadura, así como sobre los valores y actos de resistencia democrática que representan las víctimas.

Vamos a estar vigilantes ante intentos políticos de pasos atrás. Hay que establecer mecanismos que blinden la financiación de las actividades reguladas en la Ley de Memoria Histórica y Democrática, y en el I Plan Andaluz de Memoria Histórica y Democrática, con independencia del partido que ocupe el poder.

Como decía José Saramago, “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia” (2005).

 

Carmen Castilla Carmen Castilla WEB

Secretaria General de UGT-A

@mc_castilla

 

Artículo incluido en el número de julio-agosto de la revista Agenda de la Empresa