La noticia de que Facebook lanzará una moneda digital ha agitado profundamente las inquietudes de reguladores y supervisores en todo el mundo poniendo de manifiesto, una vez más, el cambio tan extraordinario en el que nos encontramos.

Elevándonos sobre la cuestión puntual de que una corporación global pueda emitir moneda propia y comerciar a través de sus clientes (y con sus clientes) al margen de las regulaciones internacionales, nos encontramos con el poder casi absoluto de unas pocas marcas -pongamos seis- cuyo “objeto social” no es otro que la comunicación en un grado u otro y de una manera u otra.

Porque si no, ¿cómo y para qué surgieron Apple, Google, Facebook, Amazon o ahora Netflix? Sin perder de vista los Alibaba o Huawei…

Desde el punto de vista “macro”, el Fondo Monetario Internacional advertía en su informe de abril sobre el asunto, reflejando la concentración paulatina e imparable de las grandes corporaciones en los últimos 20 años y su gestión de marca (los intangibles).

Una concentración que se ha convertido en un enorme riesgo para las autoridades estadounidenses, que están investigando las malas prácticas contra la competencia de esas grandes corporaciones, a través nada menos que del Congreso, el Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio.

Han pasado de ser los mejores ejemplos de la “nueva economía” de Estados Unidos, a convertirse en una amenaza por su condición monopolística mucho más allá de sus fronteras.

De ahí, que la noticia de que Facebook pondrá en marcha su propia moneda, una criptodivisa de nombre llamativamente original e inquietantemente ambiguo como la Libra, haya abierto una nueva dimensión en este debate. Y no es que no estuviera abierta ya, de hecho, Amazon estaba en el asunto y Facebook se le ha adelantado, sino que ha logrado poner el foco sobre las monedas digitales, el sistema financiero internacional y la misma ordenación económica global.

Y son palabras mayores, en un momento, además, y esto es un apunte colateral, de tantas disquisiciones acerca de las políticas monetarias y el papel de los bancos centrales en las economías occidentales, fundamentalmente en Europa y Estados Unidos.

Por ello, imaginemos que los usuarios de Facebook, menos de los 2.400 millones reales que tiene, y aún así ya hablamos de un número sideral, adoptan la Libra y compran, venden y mueven el dinero de manera incontrolada.

Facebook gestionaría la critpomoneda y su uso junto a 27 socios más de nombre y reputación seguras tipo Visa, Vodafone o Mastercard desde una sede en Suiza. Fuera de cualquier autoridad o regulación y una potencia de fuego descomunal en clientes y en influencia en los mercados financieros.

Son evidentes las razones para la inquietud de instituciones, entidades financieras y gobiernos. Además del FMI, también la OCDE, la Reserva Federal y el BCE llevan tiempo advirtiendo sobre las criptodivisas. Cuestión de seguridad, volatilidad y protección. Ahora, con la Libra, los usuarios se multiplican porque también podrá utilizarse a través de WhatsApp y Messenger.

Está claro, o parece estarlo, que no se tardará mucho en darle una solución política, al menos desde el frente antimonopolio de las administraciones en Estados Unidos. El último gran precedente fue Microsoft. Dados los resultados de aquella batalla legal y dados los tiempos en los que estamos, todo es posible. Como el que una red social acabase siendo el banco más grande del mundo.

Feliz Verano.

 

Francisco J. Bocero WEB Francisco Bocero

Director de Comunicación de CEA

@PacoBocero

 

Artículo incluido en el número de julio-agosto de la revista Agenda de la Empresa