Cerramos el año con la esperanza de que 2020 sea por fin un año de funcionamiento pleno del Estado y la sociedad. Si fuéramos capaces de dejar atrás la inestabilidad política, los agentes de la sociedad y la economía española podrían ponerse a definir respuestas ante algunos retos acuciantes que exigen reacción inmediata.

La economía española se enfrenta a varios problemas a los que hemos dado pocas respuestas eficaces. En un plano más temático y global, la economía española debe dar otro salto cualitativo similar a los que la modernizaron en el pasado. Un salto que nos permita situarnos frente a la previsión de los efectos del cambio climático, a los cambios de la renovación tecnológica y de los sistemas productivos globales, a la creación de mecanismos que corrijan la tendencia a la desigualdad y la exclusión en nuestras economías y frente a la transformación del multilateralismo con el que habíamos gobernado la sociedad global.

En un plano más cercano e instrumental, la economía española necesita respuestas a tres desequilibrios que tienen un gran impacto como problema y un gran potencial como solución: el desempleo, la productividad y el déficit público. En las gráficas comparativas con nuestros socios de la UE, España ocupa una fastidiosa posición que nos define como el segundo país con más desempleo, como el último país en abandonar el procedimiento de déficit excesivo y como un país cuya productividad se estancó. Una fotografía borrosa que no se corresponde con un país importante con habitantes, empresas y sectores productivos capaces de llegar muy lejos en muchos ámbitos.

La resistencia de la economía española a reducir el déficit público es notable. Un trabajo reciente de Desiderio Romero y de José Félix Sanz en Cuadernos de Información Económica de Funcas recogía estas dificultades señalando que “entre los países de la Unión Europea, existen importantes diferencias, tanto en el número de años empleados para transitar desde las cotas máximas de déficit hasta niveles inferiores al 3%, como en la velocidad media de los ajustes. España es el país que más tiempo ha tardado en situarse por debajo del citado umbral empleando un total de diez años. Ese período duplica tanto la media de los países de la UE-28 como de la eurozona”. Además de las reformas asociadas a las grandes partidas presupuestarias, la evaluación de nuestras políticas y el desafío a las inercias ineficaces, como sugiere el debate sobre los informes del Spending Review de la AIREF, parecen una necesidad ineludible.

Nuestros datos de desempleo son tan reales como poco justificables. Nuestra vulnerabilidad a los shocks convierte la evolución de nuestras cifras de empleo en una auténtica montaña rusa. El desempleo y la precariedad laboral son además una variable clave para entender el crecimiento de la desigualdad y el riesgo de pobreza en España. Pero ni nuestros problemas de desigualdad vienen exclusivamente de la devaluación salarial, ni la reforma laboral ha tenido mucho más impacto positivo que el ajuste a estos años de desempleo extremo. Los problemas del desempleo tienen que ver también con factores estructurales de nuestra economía como el tamaño de las empresas, las debilidades de nuestro sistema educativo o la dependencia de sectores muy sensibles a los shocks o a la estacionalidad.

La productividad de nuestra economía es un reto relevante y entenderlo nos enseña lo conectados que están todos nuestros desequilibrios. No es un tema exclusivamente de salarios ni de costes laborales. Ha generado el debate sobre el cambio productivo y la renovación de la política industrial. Es un problema que ayuda a repartir responsabilidades porque la productividad o la internacionalización o el desarrollo de nuevos sectores van mucho más allá de la eficacia de la administración y exigen también empresas capaces y bien gestionadas y trabajadores con la formación adecuada.

En un país que es y aspira a ser grande e importante no bastan respuestas coyunturales y de mero ajuste a las crisis. Por eso, y para asegurar un futuro estable y cómodo a los españoles y a los que vengan a acompañarnos, responder con profundidad a estos tres retos macroeconómicos es una tarea urgente en los próximos años.

Pedro CaldenteyWEB Pedro Caldentey

Director del Departamento de Economía de la Universidad Loyola Andalucía

@PedroCaldentey

Artículo incluido en la revista de noviembre de Agenda de la Empresa