La transformación digital ya está en la agenda de los CEOs. Después de varios años hablándose de que era un proceso imparable, que iba a afectar a todos los sectores y empresas, ahora sí, en cualquier conversación, en cualquier reunión estratégica, aparece como la primera prioridad.
Transformación digital que implica:
• Mejorar los procedimientos de relación con el cliente. Ser capaces de conocer mejor a nuestro cliente, anticipar sus necesidades, mejorar su experiencia de cliente,…
• Optimizar los procesos internos, ser más eficientes, mejorar la productividad,…
Pero no podemos olvidar que en la transformación digital, el sustantivo (y lo sustantivo) es la transformación, el cambio; y lo digital es el adjetivo. De nada sirve incorporar una capa de tecnología en nuestros procesos, si antes no los hemos redefinido en base a las oportunidades que nos ofrecen esas tecnologías (big data, machine learning, cloud, AI, VR, VA, robótica, IoT, 5G,…). Pero además, el cambio es antes que nada cambio cultural, cambio en la organización y por tanto cambio en las personas. Sólo trabajando e invirtiendo en el talento el proceso de transformación digital puede ser exitoso. Metodologías como agile, design thinking, lean, customer experience, open innovation… han demostrado ya su utilidad y aplicabilidad. Y sin olvidarnos, claro está, de los “basics” (estrategia, finanzas, control de gestión, marketing, etc.). Y sin dejar de trabajar las soft skills (habilidades o competencias personales y profesionales).
A nivel macro, y de áreas geográficas, este proceso supone un nuevo “reparto de cartas”, y una oportunidad para Andalucía, España y Europa. Sólo podremos competir teniendo el talento más preparado. Tenemos que preguntarnos entonces si no estamos dejando pasar también esta revolución. Todo lo que no sea buscar la excelencia (en la educación, en la formación, en nuestro desempeño, en nuestras empresas, en nuestras instituciones) será un fracaso.
Dos apuntes adicionales:
• En un año que se presenta con tantas incertidumbres (Brexit, guerras comerciales/aranceles, cuestión territorial en España,…) debemos apostar por la unión, por el “más Europa”. Nunca como ahora será más cierto aquello de “la unión hace la fuerza”. La UE sigue siendo el mayor exportador mundial, el mayor inversor,… Hace falta un liderazgo… que construimos entre todos.
• Ahora que decimos que la transformación digital ya está en las agendas, debemos incorporar una nueva prioridad: la sostenibilidad. Tener en cuenta la rentabilidad económica y financiera, por supuesto, pero también la rentabilidad social y la rentabilidad medioambiental. Hacer negocios pero sin comprometer los recursos a generaciones venideras. Porque, por ahora, no hay planeta B. En ese sentido los ODS son una buena referencia para las empresas y profesionales de las mismas. Las empresas que incorporen estas cuestiones en su estrategia de negocio van a ser más competitivas, entre otras cosas, porque el mercado (la demanda) lo va a reconocer y valorar.
Si en lo más profundo de la crisis (año 2012) hablábamos de “confianza en nuestras capacidades y optimismo para el futuro”, ¿qué no vamos a sostener ahora? Simplemente nos queda apelar a la responsabilidad de cada uno, a que se centre en su ámbito de competencia. Si cada uno hacemos lo que está en nuestra mano, lo que se espera de nosotros, damos lo mejor de nosotros mismos, lo “macro” saldrá por agregación de lo “micro”.
Y una última “apuesta”: el 2020 será mucho mejor que el 2019. ¿Optimista? Como diría Churchill, no parece muy útil ser otra cosa.
Francisco Velasco
Director EOI Andalucía
EOI Escuela de Organización Industrial