En estas últimas semanas todos estamos comprobando que un virus que se ha hecho “viral”, no entiende de clases sociales, ni de credos religiosos, ni de nacionalidades, ni de frontera. Un virus que nos mata, por faltarnos algo que, podríamos decir, no vale nada: el aire.

Pero también, este maligno bicho trae además de enfermedad, pérdidas, miedo e impotencia, un lado menos oscuro, pero no por ello menos grave, un parón económico que conlleva la destrucción del tejido empresarial y la pérdida de empleo.

El máximo exponente de nuestro tejido empresarial, los autónomos, que a la finalización de el mes de febrero contabilizaba 539.800 afiliados a RETA, se han adentrado en marzo con el efecto Covid y con sus negocios, en el 75% de los casos cerrados a cal y canto, y el 25% restante manteniendo su actividad a duras penas. Sin embargo, las facturas, las cuotas a la Seguridad Social y los impuestos no han sufrido el parón, muy al contario, se están multiplicando, como el virus, en los cajones de sus negocios.

Ante esta situación, el antídoto aplicado por el Gobierno central no ha sido el más efectivo y, además, aplicado a cuenta gotas. Las limitaciones de la norma reguladora o más bien, la falta de voluntad de quienes las han elaborado, ya que las normas no se recolectan de los árboles, solo permitirán ser beneficiarios del cese extraordinario de actividad al 30% de los negocios cerrados. Si a este débil y escaso antídoto, le añadimos la dificultad en el acceso al crédito, la tardanza de la moratoria de las obligaciones tributarias del primer trimestre, el cobro de la cuota de marzo y la cercanía del pago de la próxima cuota con el cajón vacío, el resultado en los negocios y hogares de autónomos andaluces va a ser demoledor en las próximas semanas. Y no solo quedará ahí, el efecto colateral que la destrucción del tejido empresarial traerá al empleo, al consumo y a nuestra economía será muy grave.

Es evidente que la recuperación de la actividad, si la hay, va a ser muy gradual, difícil y no sabemos en qué condiciones. Los autónomos necesitamos que nuestros gobernantes entiendan que además de la salud, que es lo primordial, sin tejido empresarial no se mantendrá y creará empleo, no avanzaremos.

Afortunadamente, los gobiernos regionales, provinciales y locales, están dando un paso al frente para atender a los autónomos de sus territorios y aplican un remedio efectivo: la ayuda al pago de las cotizaciones sociales. En este sentido, la Junta de Andalucía ya ha dado un gran paso que ayudará a 150 mil autónomos. Pero, también son importantes los pasos dados por algunas Diputaciones, como la de Córdoba o por pequeños y grandes municipios como San José de la Rinconada, Trebujena, Cañete de las Torres, Marbella, Sevilla o Almería, entre otros.

También son muchos los municipios que entienden la importancia del trabajo autónomo y lo fundamental de su supervivencia y están aportando su granito de arena con medidas como: exención de la tasa de ocupación de vía pública a los negocios; priorización de pago de facturas a proveedores locales para facilitarles su liquidez; bonificaciones fiscales o ampliación de pago de tributos municipales; promoción de empresas locales en la licitación de obras y servicios, entre otras muchas medidas.

El que no entienda esto, pobre de él, porque no ha aprendido nada de crisis pasadas, menos dañinas que la actual desde el punto de vista de la salud, pero también dañinas para nuestro tejido empresarial y para el empleo. Hoy, más que nunca se necesita trabajar conjuntamente, todos unidos contra el virus y sus consecuencias. Hoy más que nunca somos una comunidad donde el color e ideario político ha de quedar en un segundo o tercer lugar y donde la unidad y responsabilidad han de estar por encima de todo.

 

Rafael Amor Acedo Rafael amor WEB opinion

Presidente ATA Andalucía

@rafaelamor_ata

 

Artículo incluido en la revista de mayo de Agenda de la Empresa