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Revista de mayo Agenda de la Empresa

 

Ya no cabe duda, estamos en medio de la peor crisis después de la provocada por la II Guerra Mundial. La paralización -obligada por la situación sanitaria- de la economía a nivel global nos va a dejar en una situación más delicada que la que vivimos en el ya lejano 2009. Y en esta ocasión, uno de los sectores que más va a sufrir este parón es el turístico.

El confinamiento generalizado provoca que no haya apenas movimiento de viajeros. La cifra de caída de vuelos diarios es brutal y los viajes de negocios se han resuelto a base de espacios de colaboración en la “nube” o a través de videoconferencias. La suspensión de eventos culturales, sociales y económicos (como las ferias) no es más que una gota de agua en el océano de la caída esperada de la demanda global en los próximos meses.

Por tanto, la tecnología más importante para la supervivencia de las empresas no va a estar vinculada a las famosas TIC, sino a la muy prosaica y analógica planificación financiera y a la búsqueda de una financiación de emergencia para sobrellevar el paro técnico al que el sector se ha visto obligado.

Una vez pasada esta crisis, que pasará, la liquidez dejará paso a otras preocupaciones, y volveremos a debatir qué tecnologías van a tener un mayor impacto en el sector a largo plazo. Y en ese debate, vislumbramos dos claras candidatas a convertirse en protagonistas: Big Data y Blockchain.

El Big Data se va a transformar en una herramienta básica para el diseño, lanzamiento y seguimiento de una oferta mucho más personalizada. Las posibilidades de segmentación de unos mercados globales se pueden simplificar merced a la explotación de esta herramienta. Podremos lanzar promociones ultrapersonalizadas en virtud del conocimiento previo de nuestros clientes: por ejemplo, una oferta en una fecha concreta y un tipo de habitación específico para un cliente determinado. O el diseño de ofertas complementarias relacionadas con las preferencias conocidas de los clientes.

Respecto al Blockchain, aunque está menos desarrollado, creemos que tiene un gran potencial, ya que puede aportar certeza y seguridad en todas las transacciones a lo largo de la cadena de valor turístico, tanto para los clientes finales como para las empresas. Esta tecnología, interconectada con el Internet de las Cosas (IoT) y el uso masivo de dispositivos individuales de conexión (generalmente, teléfonos móviles), puede tener efectos multiplicadores importantes, aportando también transparencia en un mercado que actualmente cuenta con muchos intermediarios.

 

David Uclés David Uclés WEB opinion

Director del Servicio de Estudios

Grupo Cajamar