En pleno desarrollo de los procesos de vuelta a la normalidad, es quizás momento oportuno para reflexionar sobre el futuro de las empresas culturales en nuestra Comunidad y qué medidas, pertinentes, debería tomar la administración pública autonómica para poder aprovechar la situación de crisis para que se convierta en una oportunidad y no en una pérdida.
Si algo hemos aprendido en estos meses es que juntos somos más, y más capaces de hacer que la administración adopte posiciones más acordes con los intereses empresariales.
En ello algo tiene que ver la decisión política de salvar a las personas y no las piedras. De adoptar medidas reales que sean capaces de fortalecer o al menos de ayudar a sostener el tejido empresarial cultural andaluz.
Alguien puede decir que no existió dinero nuevo que solamente fue una cambio de partidas, pero es mucho más que lo que hicieron otros gobiernos anteriores que directamente se olvidaron del tejido empresarial, creando una red de connivencias que al final concluyó en el desastre de la práctica desaparición de algunos sectores empresariales: por ejemplo el audiovisual, pues si no llega a ser por las inversiones, siempre generosas, de la Radio Televisión de Andalucía, en el cumplimiento de la legislación, hubiera dejado en la cuneta de la actividad a decenas de empresa de producción.
Pero en el fondo ¿qué le falta a la empresa cultural andaluza para poder ser unas empresas potenciadas y con proyección? Instrumentos de competitividad, medios de conversar de forma permanente con la Administración regional, situar a la empresa cultural en la normalidad del mercado financiero sin para eso tener que crear complicadas estructuras financieras que obligan a más gastos y más recursos públicos invertidos en gastos operativos y no en financiación.
En resumen, hace falta una administración que quite trabas, que genere apoyos reales y que considere que cogestionar determinados elementos de la producción cultural es una forma de mejorar entre todos la cultura que ofertamos a los andaluces.
Alguien se dio cuenta de la cantidad de teatros y salas cerradas en Andalucía que podían ser operadas por empresas andaluzas que tuvieran ayudas establecidas por medios de contratos y acuerdo públicos-privados. Dejemos ya de hablar de subvenciones y pasemos a hablar de compra de derechos, de gestión de espacios, de adquisición de bienes de uso.
Pero existen tres puntos que son básicos en esta estrategia:
- La creación del Consejo Andaluz de la Cultura, como un ente de intercambio de información, de puesta en común de los programas, de coordinación entre la Junta de Andalucía y las empresas. Un órgano que permita distinguir bien entre quienes defienden la creación de riqueza de aquellos otros que tienen una representación profesional o sectorial sin mayor interés que la presión para defender su particular visión de la realidad.
- La ley de mecenazgo. Una vía sencilla para superar los problemas de la financiación de las empresas culturales es disponer de una ley que facilite, vía fiscalidad, los créditos de los proyectos empresariales culturales de cualquier tipo, permitiendo que las entidades bancarias den transparencia y tranquilidad al sistema: tanto a la parte pública (intervención) como a las empresas. Sabemos y conocemos de la novedad del sistema, pero si no empezamos a cambiar nunca lo hacemos.
- Transferencias de recursos y de medios. Aunque parece que están todas las transferencias realizadas y el marco de actuación está cerrado, cierto es que aún existen áreas: por ejemplo, el cine, donde los elementos de la existencia de una nueva ley autonómica aún nos dejan oportunidad para concluir tanto desde el aspecto del fomento, como el de la administración. ¿Quién va a dar las calificaciones de edad? ¿Quién repartirá las ayudas de fomento? ¿Quién mantiene los registros de empresas? Son dudas de operaciones que aun, cuando ya pasó más de año y medio desde la aprobación de la ley, siguen encima de la mesa. En conclusión: aún nos queda mucho camino por andar, muchas estructuras por derribar para que la empresa cultural de Andalucía encuentre un medio ambiente que le permita competir con criterios de igualdad con el resto de España y Europa.
Rogelio Delgado Romero
Presidente de la Comisión de Cultura de CEA