Por todos es sabido. Estamos ante una grave crisis sanitaria que está cuestionando todos nuestros paradigmas y que está poniendo al descubierto aquello tantas veces ignorado: nuestra vulnerabilidad. Y fruto de esta crisis, nace otra, la económica, que seguirá percutiendo contra las estructuras productivas que sostienen el llamado bienestar social. Y aquí viene la tercera crisis, la social, de consecuencias aún imprevisibles y que nos obliga a poner nuestra mirada en los más vulnerables.

Y siendo todo esto tristemente cierto, también lo es que la respuesta a este descomunal desafío está en nosotros y que, la obviedad manda, nuestra actitud marcará el camino. Es preciso recordar a Einstein: “quien supera una crisis, se supera a si mismo sin quedar superado”.

El entusiasmo, el inconformismo, la sana ambición por mejorar, por encontrar soluciones, van inherentes al espíritu empresarial de tal manera que la actitud a la que me refería en el anterior párrafo se encuentra a raudales en las empresas, en sus empresarios y en sus trabajadores. Es por esto que todo el ámbito empresarial está llamado a recuperar e incrementar el protagonismo en esta crisis.

Y lo estamos haciendo desde el primer día, no solo aquellos sectores productivos denominados como “esenciales”, sino también todos aquellos que tienen permitida su actividad, están cumpliendo día a día con su gran responsabilidad social: no parar. Pedro Salinas lo resumía en aquellos versos en los que aseguraba que cuando paramos traicionamos al mundo, porque “cejamos en nuestro deber supremo: que es seguir”. Efectivamente, esta es la primera y más importante función social de las empresas. Seguir satisfaciendo necesidades, seguir solucionando problemas, seguir suministrando bienes y servicios, seguir produciendo ese indudable bienestar que genera el saber que estamos abastecidos. Y todo ello, sin comprometer la seguridad de trabajadores y clientes. Esta fuerza está siendo puesta en valor gracias, entre otros, a movimientos como #EstoNOtienequePARAR. Desde estas líneas os animo a todos a que participéis en él.

Pero sabemos que la actitud también va a necesitar de otro ingrediente: la innovación. Antes de la pandemia pensábamos que era clave para la competitividad de las empresas, hoy es vital para la supervivencia. Utilicemos el concepto que queramos: reinvención, adaptación, reorientación… llegaremos al mismo sitio. Todos hemos cambiado, las empresas tienen que incorporar los nuevos paradigmas que sin duda nos dejará esta crisis, si quieren seguir satisfaciendo las necesidades de sus cambiantes clientes. Vuelvo a Einstein: “la creatividad nace de la angustia”.

En estos extraordinarios días, también está brillando con luz propia otra de las características que siempre ha tenido la empresa dentro de sus responsabilidades sociales: la solidaridad. Estamos viendo multitud de ejemplos en empresas de todos los sectores y de todos los tamaños. A todos nos une lo mismo, somos uno más, no podemos permanecer ajenos al sufrimiento de los más vulnerables. Esto está provocando que la sociedad tome consciencia de la verdadera dimensión de las empresas y que va más allá de simples suministradoras de bienes y servicios o de generadoras de empleo, que ya en sí no es poco.

Ojalá de todo esto nazca un nuevo orgullo de la sociedad hacia sus empresarios, mientras tanto, es la hora de no parar, de acelerar, de activarse, de reinventarse. Superando esta crisis nos superaremos a nosotros mismos. #EstoPasará.

 

Jorge Romero Arjona Jorge Romero Arjona WEB opinion

Presidente del Consejo Empresarial de Competitividad, Innovación y RSE

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