Tras más de 40 años dedicados al asociacionismo empresarial nunca antes habíamos compartido un momento en el que la labor de las organizaciones empresariales fuera tan necesaria y estuviera siendo tan útil.

Es cierto que en otros períodos hemos vivido momentos muy importantes. La coordinación ante las convocatorias de huelgas generales, la respuesta ante la presión terrorista, la implantación del euro o la gestión de crisis, como la del 2008, son claros ejemplos de esa labor asociativa en defensa de las empresas que hemos hecho en el pasado.

Pero la situación por la pandemia COVID-19 no tiene comparación alguna con nada de lo acontecido hasta ahora. Esta crisis ha cerrado nuestros negocios, ha eliminado la libertad de movimientos de nuestros clientes y proveedores y ha dejado en manos del Gobierno la capacidad de cambiar en horas multitud de normas y formas para llevar a cabo nuestra actividad.

Hoy día el cambio constante se ha convertido en el paradigma de la acción del Gobierno, en unos casos de forma justificada, en orden al mantenimiento de la salud pública; en otras, obedeciendo a otro tipo de cuestiones, generando dudas e interpretaciones de muy diversa índole.

Las organizaciones empresariales hemos asumido e incrementado de forma exponencial nuestra actividad. Unas al representar a sectores económicos como el comercio, la logística, la salud, la industria química de la limpieza o el sector agrario y agroindustrial, que han sido declarados esenciales y han tenido que desarrollar su actividad superando innumerables inconvenientes; otras que, por el contrario, al tener total y absolutamente paralizada su actividad, como el turismo, el ocio, el juego o la cultura, que han tenido que movilizar e impulsar medidas inmediatas, al mismo tiempo que responder a algún cuestionamiento sobre su valor económico.

Todo ello se ha hecho, además, con nuevas formas de relación, a través del teletrabajo, eliminando reuniones y actos presenciales, implementando canales de comunicación, también inmediatos.

Hemos ejercido nuestra función de información al mundo empresarial sobre normas que se han publicado en un boletín oficial a las 22.00 horas de un domingo, para su entrada en vigor a las 00.00 del lunes, es decir, a las dos horas.

Se han activado procedimientos de atención a dudas y sugerencias, tanto por vía telemática, como telefónica. Hemos elaborado informes, resúmenes, newsletters, compartiendo no solo la información jurídica, sino también las recomendaciones e interpretaciones de organismos públicos nacionales e internacionales.

Al mismo tiempo, hemos seguido ejerciendo nuestra acción reivindicativa, más justa que nunca. Reclamando una adecuada atención a las necesidades de empresarios y autónomos, que han requerido de liquidez, de flexibilidad en las relaciones laborales, de condonaciones y moratorias fiscales. Hemos insistido en la idea de que, a cero ingresos, correspondía cero gastos.

También hemos presentado propuestas de medidas que tenían que ver con la necesidad de modificar normas tanto vigentes, como de las aprobadas en el período de alarma, todo ello con la finalidad de hacer más competitiva nuestras empresas y en la medida de lo posible contribuir a su sostenibilidad.

Y no podemos olvidar que hemos defendido a todos. Asociados o no. Contribuyentes al sostenimiento de las organizaciones o no. Toda crisis económica lleva aparejada un ajuste de los gastos, pero estamos convencidos que en esta crisis se ha demostrado que las organizaciones empresariales no somos un gasto, sino una inversión.

Hemos hecho nuestro ese lema tan reiterado de la fuerza de la unidad. Esperamos que ahora las organizaciones y empresas continúen haciendo efectivo esa realidad, continúen apostando por unas organizaciones sólidas y sostenibles que permitan no solo actuar en tiempos de crisis, sino estar preparadas para el día a día, y para las que puedan llegar.

 

Antonio Carrillo Alcalá Antonio Carrillo Alcala WEB opinion

Presidente de la Comisión de Fomento del Asociacionismo Empresarial de CEA