La grave crisis económica y social que se cierne sobre nuestro País no responde a un problema de la estructura del sistema productivo, porque nuestra economía y nuestras empresas funcionaban dentro de la normalidad hasta que ésta se rompió como consecuencia de una crisis sanitaria sin precedentes.

Esta ruptura resultó letal porque la actividad productiva quedó paralizada, afectando además a un elemento esencial: la libertad de empresa.

Por tanto, el origen de esta crisis es ajeno al mundo empresarial. Por lo que sus soluciones no están en empeñarse en cambiar el modelo productivo, en incrementar el intervencionismo, ni en promulgar normas contra la iniciativa privada y generar el falso debate de contraponer lo público con lo privado.

Todo esto es estéril para nuestro desarrollo económico y social. Se trata de regresar a nuestra normalidad empresarial no solo para reactivar nuestra economía, sino también para avanzar y hacer más competitivo nuestro modelo de producción. Por supuesto que habrá que adoptar medidas para mejorar nuestra competitividad y que, en líneas generales, deben fundamentarse en los nuevos modelos de negocio y en un importante cambio de nuestro tejido empresarial andaluz, que debe dotarse de empresas de más tamaño, de más densidad de empresas y que diversifiquen además su actividad productiva.

Para que esto sea posible hay que promover un escenario de seguridad, de confianza, porque nos tememos que a la crisis sanitaria del coronavirus le queda todavía recorrido. Desde esa confianza habrá que desarrollar, en el marco del Diálogo Social, una serie de medidas especialmente para Andalucía.

A este respecto es necesario incrementar y mantener la inversión pública. Es el momento de poner en carga inversiones, como las relacionadas con las infraestructuras hidrológicas que tanto necesitamos.

El impulso a la digitalización, que en sectores como el comercio, la salud o la educación se han impuesto de forma sobrevenida y que necesitan un mayor grado de profesionalización y desarrollo en su ejecución. Todo ello sin olvidar el teletrabajo.

Hay que abrir el camino a la atracción de inversiones, haciendo realidad propuestas legislativas vigentes, como la ley de proyectos estratégicos de Andalucía o la de agilización de trámites, que tienen que hacer de nuestra Comunidad Autónoma un lugar más confortable para el inversor.

Junto a todo ello, es necesario impulsar medidas que hagan efectiva la revolución verde que tanto se señala, pero que posteriormente necesita desarrollo real. No podemos seguir promoviendo las energías renovables y posteriormente tener problemas de acceso al mercado; o tener una política de residuos en la que, por ejemplo, no se impulse la creación de plantas de compostaje. Realidad jurídica y actividad deben ir acompasadas.

Por otra parte, no hay que olvidar lo mucho que nos ha enseñado esta crisis sobre nuestra realidad empresarial y que será útil para tener en cuenta en el proceso de la reactivación económica. Se ha vuelto a comprobar la función y el compromiso social de la empresa. Han sido muchísimas las acciones solidarias que las empresas, de todos los tamaños, han puesto en marcha y ejecutado en los momentos más difíciles.

Se ha demostrado fehacientemente que no es cierto que solo la provisión pública de bienes y servicios garanticen su satisfacción para la ciudadanía. En este período se han declarado como servicios esenciales actividades que solo y únicamente han sido prestadas desde lo privado y el funcionamiento ha sido excelente.

Toda crisis siempre es una oportunidad para la innovación y el cambio. En tal sentido, muchas empresas han cambiado su actividad productiva, y se han adaptado a las necesidades del mercado. Es muy probable que ahora consoliden esas situaciones y sigan generando empleo y actividad.

Finalmente, en esta línea de abordar lo que nos ha enseñado en positivo esta crisis, habría que destacar la labor de las organizaciones empresariales. Ha sido un trabajo de gran intensidad, a lo largo de todos los días de la semana incluyendo festivos. Hemos ejercido una función indispensable de información constante, tanto hacia las empresas, como hacia las administraciones con las que el contacto ha sido continuo. Y al mismo tiempo, asumiendo la función reivindicativa que nos corresponde en el desarrollo de nuestra representatividad.

Para concluir, es evidente que el camino a la reactivación económica para volver a la auténtica normalidad, la del crecimiento y el desarrollo, estará lleno de obstáculos y dificultades. Pero no hay que caer en la melancolía de las malas perspectivas. Se debe evitar la parálisis y la pesadumbre. Hay que ponerse, sin dilación, el traje de faena porque hay mucha tarea por delante.

El esfuerzo y el trabajo que habrá que desarrollar deben responder a cinco conceptos, como síntesis de la reactivación. Y que se concretan en la agilidad de respuestas, dar tiempo para la recuperación, garantizar la liquidez financiera, mayor flexibilidad en la aplicación de las medidas e impulso público, así como imprescindibles acuerdos políticos para estimular la economía y la convivencia en España.

 

Javier González de Lara Javier González de Lara2

Presidente de CEA

 

 

Artículo incluido en la edición de julio-agosto de Agenda de la Empresa