Uno de los grandes retos de la reconstrucción hacia la nueva normalidad, será el de incorporar el trabajo autónomo a la digitalización. Hay que romper la brecha digital que existe en este colectivo representativo del tejido productivo andaluz.

Y para ello, es necesario marcar unas pautas iniciales para la digitalización del colectivo, que en muchas ocasiones no sabe por dónde empezar este proceso. Hasta ahora muchos no se habían ni planteado la digitalización, que ha pasado a ser uno de los aspectos fundamentales, donde las instituciones públicas y las empresas de servicios y soluciones digitales han puesto su foco. Esta crisis ha provocado, en cierta medida, que el trabajo autónomo andaluz se haya tenido que “adaptar”, de forma emergente, para mantener una mínima rentabilidad de sus negocios. Con una digitalización de calidad, el trabajo autónomo andaluz podrá consolidarse y elevar su competitividad y, con ello, contribuir a la reactivación económica y social del tejido productivo.

Así, para superar esta barrera psicológica y minimizar la brecha digital que, la misma, supone para el colectivo del trabajo autónomo y las microempresas, la formación se configura como imprescindible, acompañada de acciones de sensibilización e información que permitan poner en conocimiento del colectivo las ventajas que ofrecen el uso de estas herramientas en la gestión de sus negocios, lo que les va a permitir, a su vez, una gestión eficiente del tiempo, mejorando su productividad y procurando la corresponsabilidad social y familiar.

Antes de la llegada de esta crisis, miles de negocios ofrecían ya sus bienes o servicios en el mundo digital. Y es que la presencia online tiene grandes ventajas diferenciales porque no existen barreras, ni restricciones propias del establecimiento físico. No hay límites geográficos, por lo que la presencia online da visibilidad global. Todas las acciones que se implementan son medibles y cuando podemos medir podemos mejorar. No existe ningún negocio que su proceso de venta no se pueda digitalizar.

Y han sido muchos los que se han visto obligados, por las circunstancias vividas, a dar el salto e incorporar las nuevas tecnologías a sus negocios, especialmente para poder seguir prestando servicio durante el periodo de confinamiento. De hecho, este tiempo que hemos estado confinados el comercio de proximidad ha sido fundamental y se ha demostrado la capacidad de adaptación de los negocios para atender a sus clientes. Se han arriesgado manteniendo sus negocios abiertos, siguiendo prestando el mejor de los servicios posible tanto de forma presencial como a domicilio. Ha sido toda una revolución en materia de innovación social que ahora debemos seguir potenciando.

Como toda crisis, esta también genera oportunidades, y esta lo es. Tenemos que aprovechar esta tendencia y llevar a cabo la revolución digital en el colectivo de forma definitiva. Los consumidores han modificado sus hábitos de consumo, sus preferencias a la hora de comprar, la forma de comunicarse y de entender la vida y esta tendencia parece que va a ser aún mayor por la incertidumbre que crea la amenaza de nuevas crisis climáticas o sanitarias que pudieran surgir. Tanto la formación como la inversión serán necesarias para superar, de una vez por todas, la brecha digital que sufren aquellos que tienen que protagonizar el cambio y la transformación digital.

 

Inés Mazuela Rosado Ines Mazuela WEB

Secretaria General de UPTA-A

@InesMazuelaRo

 

Artículo incluido en la edición de julio-agosto de Agenda de la Empresa