Vivimos tiempos complicados para profesionales, empresas y sociedad en general. Posiblemente la pandemia en sí misma no ha traído nuevos problemas, sino que ha dado visibilidad a los que empresas y sociedad venían arrastrando en los últimos años.

En mi libro El Misterio de Reinventarse comento que para reinventarse lo que más importa es lo que has hecho antes de que tengas que reaccionar a ese imprevisto profesional.

¿Qué tienen que hacer nuestros directivos y gobernantes para que nuestras empresas sean menos vulnerables a situaciones cambiantes, incluso mucho menos drásticas que una pandemia? Lo resumiré en una analogía del cuerpo humano.

Los 5 primeros puntos serían “potenciar los cinco sentidos de la empresa”:

  • La visión: apostar decididamente por el largo plazo y revisar el modelo de negocio. Es difícil pensar en el largo plazo cuando el corto aprieta, pero si te pagan como directivo es para dirigir y decidir, no para cosechar lo que han hecho otros antes que tú.
  • El oído: escuchar a clientes y empleados y luego actuar consecuentemente. Si la prioridad de un directivo es pasar su jornada en comités o preparando informes, sus opiniones y decisiones no se basarán en lo que realmente importa a las personas que van a condicionar sus resultados.
  • El olfato: hay que cambiar la manera en que se toman las decisiones. Si el día a día está controlado por miedos e inseguridades, difícilmente se tomarán buenas decisiones, e incluso ni se tomarán. Necesitamos más valentía de colaboradores y más escucha por parte de los directivos para tomar decisiones que inicialmente pueden parecer arriesgadas, pero que finalmente serán ganadoras.
  • El gusto: asociaría el gusto a apostar por la innovación, por hacer las cosas de manera diferente. “Si hacemos las mismas cosas, tendremos los mismos resultados”.
  • El tacto: ¿vamos a ser capaces de trabajar con otros? Colaborar con otras empresas o profesionales que nos aporten nuevas visiones, soluciones, tecnologías… Un reto importante para muchas empresas.

Pero solo con los 5 sentidos no nos basta. Tenemos que introducir en la coctelera otros 2 miembros más del cuerpo:

  • El cerebro: esto es el sentido común, el atender necesidades reales. ¿Estamos invirtiendo en las tecnologías que necesitamos? ¿Atraemos el talento que nos hará mejores? ¿Nos apoyamos en datos que nos permitan tomar mejores decisiones?…
  • El corazón: ¿y nuestros valores como empresa? No me refiero a los que ponemos pomposamente en ese documento de Misión, Visión, Valores, sino a los valores que hay detrás de nuestros actos. ¿Apostamos realmente por valores humanos? Esos términos frecuentemente “proscritos en el frío mundo empresarial”: confianza, generosidad, humanidad, comprensión, transparencia… Si apostamos por este tipo de valores, nuestros actos serán correspondidos por clientes, empleados, sociedad, proveedores e incluso competidores.

Quiero incluir un último miembro del cuerpo humano: las canas. Las canas representan la experiencia y en momentos de transformación o de sacudidas como este es vital. Las empresas no están aprovechándola cuando directamente rechazan el talento senior. Talento que muchas veces realiza su contribución, no tanto por su sabiduría o conocimientos, sino por tener la memoria de recordar los errores o aciertos del pasado. Afortunada o desgraciadamente la historia se acaba repitiendo. Eliminar de las empresas a las personas con experiencia se paga, y se paga muy caro.

Estoy seguro de que de ésta también saldremos, pero también estoy convencido de que saldrán primero los que sean generosos, colaboradores y agradecidos.

 

Vicente de los Ríos Vicente WEB opinion

CEO de Líderes y Digitales

Director del Programa Ejecutivo en Transformación Digital

EOI – Escuela de Organización Industrial

 

Artículo incluido en la edición de septiembre de Agenda de la Empresa