La pandemia de la COVID-19 complicó la movilidad y, en consecuencia, la actividad de los alquileres, ya que el Estado de Alarma no permitía realizar gestiones de arrendamiento físicamente. En este escenario, se impulsó la introducción de las firmas digitales, que desde el confinamiento aumentaron un 40% con respecto al año pasado.

De hecho, según el informe de Tecnotramit, durante los meses de marzo a septiembre de 2020 se firmaron digitalmente 705 contratos de alquiler; las mismas cifras de 2019 resultan “radicalmente diferentes”, ya que solo un 0,28% de los contratos de arrendamiento se firmaron de forma digital.

A nivel de costes, la implantación de las firmas digitales supone una reducción de entre el 20 y el 35%. Este ahorro deriva de la eliminación de los costes de desplazamiento, los costes de impresión de documentos y los honorarios de la persona apoderada que acude a la firma.