La salud laboral también es Gestión Emocional

Hemos llegado a diciembre, en un año donde nuestras pautas de actuación tendrían que haber estado en torno a la flexibilidad, la resiliencia y la gestión del cambio entre otras, ya que los efectos directos y colaterales del paso de la pandemia de la COVID-19 por nuestras vidas y nuestras historias ha dejado bastantes huellas. En este caso, las emociones están jugando un papel muy importante tanto en la forma de relacionarnos con los demás, como en la manera de tratarnos a nosotros mismos. Durante estos meses he observado que la acritud se mostraba sin reserva y sin pudor en alguna reunión de equipo en remoto. O, por el contrario, la anulación de la realidad, con una alegría desmedida en una situación inadecuada. En ambas situaciones, una pésima gestión de las propias emociones. Hoy me voy a detener en las emociones y lo que ellas completan nuestra vida no solo personal, sino también profesionalmente, siempre y cuando seamos capaces de conocernos emocionalmente y saber llevar una buena gestión de ellas.

Y para comenzar, nada mejor que ponernos de acuerdo en lo que significan las palabras de las que hablamos. Una emoción es “la alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática”; también es “el interés expectante con que se participa en algo que está ocurriendo”. Un sentimiento es “la acción y efecto de sentir o sentirse” es “el estado afectivo del ánimo producido por causas que lo impresionan vivamente”. Siendo esto así, cualquier estímulo ya sea externo, del medio ambiente o interno de la mente y el cuerpo, genera en nosotros una emoción que nos va a llevar a tener una determinada conducta.

Por eso, por la manifestación de nuestra conducta es tan importante comprender y poner a funcionar lo que es nuestra Gestión Emocional, que definimos como la habilidad de las personas para percibir, usar, comprender y manejar las emociones. Esta habilidad se puede utilizar sobre uno mismo o los demás. Es cuando hablamos de inteligencia emocional.

Y, claro está, tendremos que comenzar a poner nombres a todas esas emociones que nos rondan cada día y que pueden llegar a aparecer sin control. Es más que conocido por todos que las emociones básicas son aquellas que responden adecuadamente en calidad, intensidad y duración a la situación aquí y ahora. Estas son rápidas y fácilmente identificables: Rabia, Tristeza, Miedo, Alegría y Amor. También tenemos con nosotros a las emociones sustitutivas; son aquellas que se aprenden porque el sistema familiar prohíbe, casi siempre de una forma no consciente, la expresión de las básicas, generando las siguientes: falsa alegría, falsa rabia, falso afecto, falso miedo, ansiedad o angustia, vergüenza, melancolía, rivalidad, resentimiento, inadecuación, confusión, depresión, envidia, culpa y celos. Por lo general, estas emociones sustitutivas limitan nuestra forma de desarrollo personal, limitan nuestra forma de relacionarnos y distorsionan la imagen de cómo somos percibidos.

Ahora te invito a que te pongas a prueba y pienses:

  • ¿Cuál es la emoción básica que más me cuesta expresar?
  • ¿Cuáles son las emociones sustitutivas que siento más frecuentemente?
  • ¿Cómo pienso que aprendí esta manera de expresar?

Hay que comenzar por tomar conciencia de esas emociones que para ti son limitantes y que de alguna forma te desvían de tu foco. Te dejo aquí una herramienta de toma de conciencia que podrás utilizar en momentos de tensión emocional:

  1. Haz una pausa y preguntate: ¿Qué esta sucediendo ahora?
  2. Una vez respondido, continúa con estas otras tres preguntas: ¿Qué hago ahora? ¿Qué siento ahora? ¿Qué pienso ahora? ¿Qué está pasando?
  3. Es en este momento cuando te tienes que preguntar qué estás tratando de lograr en esta conversación. Y ten en cuenta que solo al hacerte la pregunta ya estás comenzando a cambiar algo en ti: ¿Qué hago ahora que me impide obtener lo que quiero?
  4. Haz una respiración profunda y continua.

Saber llevar correctamente la propia Gestión Emocional es una acción que requiere mucho entrenamiento, mucho autoconocimiento y el saber conducir y cambiar aquellas emociones que están perjudicando por otras que te faciliten las relaciones interpersonales. Te invito a cerrar el año con estos ejercicios, aseguro que te alegrarás.

 

Ana HerreroWEB Ana Herrero

Directora en Andalucía de Montaner & Asociados

@AnaHerrero

 

Artículo incluido en la edición de diciembre de Agenda de la Empresa