Macarena Gutiérrez Macarena Gutiérrez WEB opinion

Directora General Económico Financiero

Atlantic Copper

 

Nos asomamos al nuevo año con la certeza de que dejamos atrás un año sin precedentes, un periodo que quedará marcado en la historia por el duro golpe que ha supuesto la pandemia del COVID-19 y que ha provocado una grave crisis sanitaria con importantes derivas económicas en todo el mundo. Todavía es prematuro evaluar sus consecuencias, pero sabemos que sus efectos se dejarán sentir en los próximos años. No obstante, debemos ser optimistas y comenzar 2021 con la esperanza de que una vacuna nos permitirá frenar definitivamente la expansión del virus y con el convencimiento que esta pandemia nos hará más fuertes como personas y como sociedad y más conscientes de la vulnerabilidad de la naturaleza, en este caso la humana, y la importancia de cuidar la salud y el planeta en el que todos convivimos.

Asistimos a un cambio de época en la economía mundial que ya se venía fraguando en los últimos años y que el coronavirus ha acelerado. El futuro será más sostenible, más digital y la globalización seguirá marcando la agenda de la economía mundial.

Un mundo en el que el compromiso de todos será imprescindible para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) fijados por Naciones Unidas en 2015 para luchar contra la desigualdad y la pobreza.

En las próximas décadas asistiremos al desarrollo del nuevo paradigma de la sostenibilidad en el que serán protagonistas tres factores: el crecimiento demográfico, la transición energética y la expansión del transporte eléctrico. Todos ellos exigirán un aumento de la electrificación vinculada al impulso de las energías renovables, más ‘verdes’ y menos nocivas para el medio ambiente. En este contexto, el cobre se sitúa como uno de los grandes aliados de este nuevo progreso social, ya que cada megavatio instalado de energía renovable consume entre dos y cinco veces más cobre que las energías convencionales, así como la digitalización y la electrificación de servicios y productos, siendo quizás el coche eléctrico el máximo exponente.

El previsible incremento de la demanda de cobre es, evidentemente, una buena noticia para Atlantic Copper, pero también constituye un desafío para seguir avanzando en nuestro compromiso con las buenas prácticas, el uso responsable de los recursos naturales y los proyectos de economía circular. Desde Huelva, nuestra compañía se ha consolidado como la fundición de cobre más eficiente por consumo unitario de energía del mundo y somos un referente internacional en comportamiento ambiental, social y gobernanza, según el índice que elabora Vigeo Eiris y que nos sitúa como la primera empresa española del sector minero-metalúrgico en estos ámbitos.

También acabamos de recibir el sello Copper Mark, una nueva acreditación que garantiza la producción responsable de cobre y la contribución de la industria a la implantación de los ODS y hemos sido la primera empresa minero-metalúrgica de la UE en obtenerla. Se trata de distinciones que revalidan nuestra marca de excelencia y responsabilidad porque queremos crecer y ser más competitivos, pero sobre todo porque defendemos una producción industrial eficiente y sostenible que contribuya a crear un entorno y un mundo mejor.

El cobre estará en el centro de la transición ecológica y energética impulsada desde la Unión Europea a través del instrumento NextGenerationEU, un mecanismo de financiación diseñado para la reconstrucción económica de los estados miembros tras el COVID-19 que dejará en España fondos por valor de 140.000 millones de euros para impulsar reformas que combatan el cambio climático, frenen las emisiones de CO2 y promuevan la economía circular. Desde Atlantic Copper ya estamos trabajando en nuevos proyectos para seguir siendo protagonistas de este cambio de época hacia un futuro sostenible, siempre de la mano del cobre.