Loreto del Valle 
Directora General de Economía Digital e Innovación
Junta de Andalucía
La tecnología ha sido tabla de salvación para muchos durante la pandemia del COVID-19: comercio electrónico, educación digital o teletrabajo son algunos ejemplos. Esta crisis ha hecho aún más evidente el papel de la innovación, la ciencia y la tecnología para afrontar los retos del futuro.
Nos encontramos además a las puertas de la era de la Inteligencia Artificial, un paradigma llamado a dominarlo prácticamente todo, y que ya marca nuestra actuación en numerosas esferas de la vida: sistemas de recomendación y búsquedas, concesión de créditos, diagnósticos médicos, contratación laboral… Detrás de esas decisiones hay modelos, fuentes de información, algoritmos, que no solo perpetúan los sesgos con los que fueron programados, sino que incluso pueden llegar a potenciarlos. De ahí la importancia de la diversidad en la construcción de los algoritmos que rigen el mundo.
También es asumido de forma general el valor de la diversidad como palanca de competitividad. Cuanto más plurales son los equipos y organizaciones, más innovadoras y creativas son sus soluciones, y por tanto se obtienen mejores resultados económicos.
Por todos estos motivos y muchos otros, las mujeres deben formar parte de los espacios de creación y de decisión de nuestro futuro, un futuro que no se puede entender ni configurar sin la ciencia y la tecnología.
Sin embargo, nos encontramos ante una alarmante situación: las chicas no se sienten atraídas por las llamadas carreras STEM y en el ámbito profesional asociado a la tecnología, las mujeres están infrarrepresentadas a todos los niveles. Estas afirmaciones están avaladas por datos e informes de prestigiosas instituciones, y suceden en un momento en el que la demanda de profesionales TIC es de vital importancia para el futuro económico de Europa, siendo el talento digital motivo de disputa entre regiones.
Cabría preguntarse cuáles son las causas que nos llevan a esta situación: ¿las mujeres somos realmente libres para elegir y desarrollarnos profesionalmente en carreras tecnológicas -en una sociedad que nos ofrece acceso pleno a la universidad y al mundo laboral- o existen barreras invisibles que nos limitan y condicionan a lo largo de nuestra vida?
Algunos condicionantes son fácilmente identificables: estereotipos que llevan a asociar estas profesiones a un determinado perfil de persona o tipo de trabajo; falta de referentes femeninos; un modelo educativo que no explica de forma adecuada el valor social de la ingeniería y la tecnología, etc. También existen otro tipo de barreras menos visibles relacionadas con la autopercepción que niñas y mujeres tienen de ellas mismas, y que limitan su confianza.
Y en el entorno laboral, muy masculinizado, se dan problemas estructurales que producen desequilibrios y frenan la ambición de las mujeres, imponiéndoles un “techo” invisible en su ascenso profesional.
Todas estas barreras deben ser derribadas. Si las estructuras están codificadas en masculino, debemos rediseñar estas estructuras -no a las mujeres-, desde un esfuerzo colectivo de toda la sociedad que debe ser abanderado por los poderes públicos. Desde las instituciones han surgido numerosas iniciativas de apoyo y sensibilización, como WomANDigital, a través de la cual la Junta de Andalucía trabaja por la igualdad real para hombres y mujeres en el sector TIC. Pero aún queda mucho camino por recorrer y todos debemos contribuir: como padres, docentes, parejas, legisladores o directivos, solo juntos avanzaremos hacia un futuro digital común.