Silvia de los Santos Silvia de los Santos WEB opinion

Responsable del sector Aeroespacial y Procesos Productivos de CTA (Corporación Tecnológica de Andalucía)

 

La igualdad debe ser un objetivo no en términos numéricos, sino porque es la única manera de poder abordar los problemas que la vida nos plantea a diario con un mayor número de puntos de vista, y por tanto de soluciones. Por ello, debemos plantearnos cuáles son los verdaderos obstáculos que siguen haciendo que el avance en esta materia siga siendo tan lento.

Sin duda, uno de los motivos de este lento avance es que, en una sociedad cada vez más tecnológica y tecnificada, sigue siendo aún muy reducido el número de mujeres que optan por una carrera universitaria STEM (Science, Technology, Engineering and Maths). Actualmente, solo el 24% del alumnado universitario en España cursa estas carreras y, de este porcentaje, las mujeres ocupan apenas el 32% frente al 68% de hombres.

Son muchos los factores que explican esta situación, como, por ejemplo, la falta de referentes femeninos en casi todas las ramas de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, el problema fundamental reside en dos áreas muy concretas: la educación y la falta de capacidad industrial de nuestro país. Es decir, en los cimientos y en el tejado de la sociedad que construimos.

En cuanto a la educación, es de especial relevancia plantear modelos educativos atractivos para que los niños y niñas vean las STEM como algo apasionante, divertido y retador. En definitiva, es fundamental que se fomente la pasión por la ciencia, porque es la responsable del avance de nuestra sociedad. En uno de los últimos informes de la OCDE en materia de igualdad en la educación, el The ABC of Gender Equality in Education, se aprecia un aumento de la inseguridad de las niñas en materias como las matemáticas desde los primeros cursos de primaria y se observa que comienzan a asociarse las tareas más complejas con la masculinidad. Una sociedad moderna no puede permitirse perder al 50% del talento nacional a los seis años. Si se quedan en el camino, alcanzar la igualdad en el mercado laboral será del todo imposible, porque, simplemente, no tendremos cantera.

Por otro lado, en la decisión de decantarse por una carrera STEM, influye el propio mercado laboral y sus condiciones. La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) alertaba a finales de 2019 del descenso general del alumnado en estas carreras, bajando más de un 30% desde 2000 y situándose en términos absolutos por debajo del 25%. Como motivos principales de este descenso, la CRUE identifica el mayor nivel de esfuerzo que suponen estas carreras y que, posteriormente, el mercado laboral no lo recompensa. Por tanto, parece imprescindible que, para incrementar el porcentaje de mujeres, y de hombres, en STEM, sea necesario trabajar en una mejora del mercado laboral donde, sin duda, la industria, la innovación y la tecnología se plantean como pilares fundamentales para construir un sistema económico basado en el conocimiento y en empleos de alto valor añadido. Estas mejoras nos deben ser solo salariales, sino que debemos avanzar en paralelo con medidas de conciliación reales. Por ejemplo, si algo bueno ha traído la pandemia que vivimos es demostrar que se puede trabajar, y con buenos resultados, sin necesidad de estar físicamente en una oficina la totalidad de la jornada laboral. Claramente, medidas como el teletrabajo han llegado para quedarse y se ha dado un gran impulso al uso de las nuevas tecnologías para la mejora de la productividad.

Sin duda, si seguimos fomentando la curiosidad y la pasión por la ciencia en las niñas de hoy y les dibujamos un futuro laboral interesante y conciliador, donde trabajar en tecnologías no suponga la renuncia a determinados aspectos de la vida personal, estaremos acelerando el proceso para alcanzar la igualdad y una sociedad más justa y, al mismo tiempo, con mayor capacidad de generar riqueza y prosperidad.